¿Qué significa ser un adulto? La mayor parte del tiempo, mientras crecemos, convertirse en adulto parece algo que sucede automáticamente cuando llegas a cierta edad, que en algún momento algo nos hará entendernos a nosotros mismos y encontrar nuestro lugar en la sociedad. Y a partir de ahí todo será sencillo, podremos tomar decisiones maduras y hacer lo que se espera de nosotros, pues nuestra idea de la vida habrá cambiado.
Así lo vemos en películas, libros y series; el protagonista encuentra una crisis, pero de esa crisis aprende y se convierte en adulto, pero esperar que esto pase en la vida real sólo nos complica la vida y aquí están las razones.
El “yo” verdadero no existe
Las historias sobre convertirse en un adulto dependen de que se encuentre el “yo” verdadero, la personalidad que estaba escondida bajo la inmadurez y nos definirá como miembros adultos de la sociedad. Pero nuestra personalidad realmente siempre está cambiando y evolucionando, no existe un “adulto” ya formado, sino que nuestras actitudes y posiciones son formadas por las experiencias y cómo reaccionamos a ellas.
Nos hace pasivos
El concepto de que tarde o temprano algo pasará en nuestras vidas que nos “hará crecer” nos hace víctimas de las circunstancias, pues significa que no podemos evolucionar y trazar nuestro propio camino sin que una situación externa nos obligue a cambiar.
Nos hace dependientes de la sociedad
Crecer de esta manera depende de un concepto muy específico de qué significa ser un adulto. No significa que ya puedes cuidar de ti mismo y tomar decisiones propias de acuerdo con tus principios y creencias personales; sino que te has convertido en un miembro productivo de la sociedad, siguiendo los parámetros que ésta establece sobre cómo se debe “vivir bien”.
Nos hace preocuparnos por los demás en lugar de por nosotros mismos
Debido a que depende de lo que dice la sociedad, esta versión de convertirse en adulto no es algo que hagamos para nuestro propio beneficio; es, en su lugar, una labor performativa de hacer creer a los demás que tenemos nuestra vida bajo control, aunque en realidad no sea así, e incluso seamos infelices en el fondo. Esto no sólo puede ralentizar el proceso natural de evolución personal, sino que puede crear problemas emocionales graves al intentar crear una imagen de nuestra vida que disfraza la realidad.
Ser un adulto, la verdad no significa tener completo control de nuestra vida, sino ser capaces de tomar decisiones y hacernos responsables de ellas, lo que tiene lugar cada día e implica ser conscientes de nuestras virtudes y nuestros errores.
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