Te levantas y de manera inconsciente, enciendes la tornamesa para escuchar música. Empieza a sonar el álbum “Combat Rock” con el cual estabas cheleando con tus roomies anoche. La cabeza te da vueltas y mientras Joe Strummer comienza a tocar los acordes de ‘Should I Stay or Should I Go’, maldices al mundo por tener que trabajar crudo. Ése es el precio de los 25: tienes al alcance todo el alcohol, pero el cuerpo ya no aguanta como antes.
¿Recuerdas cuando aguantabas dos caguamones sin arrastrar las palabras y tambalear? Podías bailar al ritmo de ‘Blue Monday’, regresar a clase de Semiótica para redactar un análisis sobre una película de Tarkovsky. Así, medio entonado, descubrías los mensajes ocultos del director ruso. Esos eran buenos tiempos. La vida era muy sencilla; sólo tenías que improvisar como guitarrista de blues ante todos los problemas que aparecían. Todo se reducía a conseguir dinero para las fiestas y pasar las materias o extraordinarios.
“Antes las cervezas costaban 15 pesos, hoy cuestan 40 (dependiendo al bar a donde vayas). Los conciertos más caros en el pasado eran los de 500 pesos, hoy la suma se alza hasta los 2 mil pesos o más. Es lo mismo con la comida, la renta y el transporte”.
Aquel mundo tenía un orden complaciente. Después del uno seguía el dos y después el tres. Qué fácil era seguir la numeración. En cambio ahora, cuando ya estás fuera de la casa, la existencia perdió la estructura. Lo normal sería seguir contando, mas en un país como México hay veces que después del cinco sigue un 13 o un 24. Todo es caos, es un maldito rompecabezas sin pies ni cabeza. Es un “sé lo que hago hoy pero no tengo idea de lo que pasará mañana o siquiera en la siguiente hora”.
Bienvenido a la incertidumbre de la vida. Bienvenido a los dulces 25, el momento donde caes al abismo después de vivir como rey en la casa de tus padres.
[Conoce las 10 cosas que debes pensar y hacer antes de cumplir 30 y así evitar la crisis]
Algunos dirán que eres un exagerado o un inmaduro por tirarte a la agonía tan joven. Lo que no entienden es que tú vivías feliz al tener tiempo para ti. Ahora tienes una infinidad de compromisos que van acabando con la libertad. Tienes dinero, sí, pero no tienes tiempo de disfrutarlo. Cuando llega el fin de semana, el momento de emborracharte como Dios manda, tienes que atender algún proyecto freelance el cual te ayuda a cerrar el mes, porque hoy en pleno 2016, ningún trabajo en México es suficiente para vivir bien.
Éste es uno de los tantos problemas que todos los jóvenes nos enfrentamos, que la vida en este país exige 10 veces más de lo que pedía hace 10 años. Antes las cervezas costaban 15 pesos, hoy cuestan 40 (dependiendo al bar a donde vayas). Los conciertos más caros en el pasado eran los de 500 pesos, hoy la suma se alza hasta los 2 mil pesos o más. Es lo mismo con la comida, la renta y el transporte. Todo sube, y como sólo puede pasar en un país tercermundista como México, los sueldos bajan y bajan un chingo.
Dicho factor económico nos envuelve en la incertidumbre. ¿Qué pasará mañana? Nadie lo sabe o, bueno, sí se pueden hacer algunas aproximaciones pero los resultados siempre terminan en catástrofe. Nos tocó vivir en una de las peores épocas del país y seguirá en aumento con las siguientes generaciones. ¿Qué es lo que podemos hacer? Trabar hasta el desfallecimiento e invertir el poco tiempo libre en tomarnos una chela y fumar un cigarrillo. A sabiendas que el cansancio de toda la semana multiplicará nuestra resaca y sufriremos como una persona de 32 cuando tan sólo tenemos 25. Así es, nos están robando la vida.
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Se suponía que la crisis tenía que llegar a los 30, pero se adelantó como resultado de las absurdas decisiones de mundo. Si todo sigue así ni siquiera los consejos que debemos seguir a los 20 nos salvarán del futuro.