Una mujer que ha sido lastimada muchas veces en el corazón, trata de cuidarse lo más que puede cuando se trata de iniciar otra aventura amorosa. Es cautelosa hasta saber cuáles son las verdaderas intenciones del hombre porque, hay que aceptarlo, a veces sólo quieren una cosa, tienen sus trucos y artimañas para obtenerla y después seguir con su vida.
Las mujeres sólo duermen con alguien que realmente aman porque, en un proceso de madurar y volver al juego, retoman las experiencias que han tenido para aprender de todos los errores cometidos. Tomemos como ejemplo el personaje de la película Bruna, una chica que acaba convirtiéndose en prostituta; el punto de nuestro ejemplo no es hacer un juicio moral de la profesión más antigua sino ver que dentro de la historia de este personaje simpre hubo un hombre que la amaba y no se dio cuenta sino hasta el final. No se puede tratar el tema con base en una edad física, se trata de un estado mental al que llegan después de una serie de experiencias y reflexiones. Una relación fallida es el punto perfecto para los cuestionamientos: por qué pasó, qué se pudo mejorar o qué estuvo bien; así es como se llega a una serie de conclusiones.
Sí, el sexo es una parte importante de la relación, pero también es algo que puede esperar mientras florece la intimidad y se conoce mejor a la otra persona hasta caer en esta etapa bonita donde le puedes decir “te amo”, sin temor a ser rechazada y tener la confianza de que la otra persona sienta lo mismo.
De la mano viene la segunda conclusión: es importante saber que hay un futuro y que los planes individuales tienen un destino en común; un error es dejar que la pasión sea la que dicte las decisiones, aprender de este error es pensar si hay o no futuro.
Para eso también es importante no apresurarse, tomarse el tiempo de conocer lo más que se pueda a la otra persona, pensar si son compatibles o no, averiguar si comparten algo más que una atracción puramente física.
Conocerse implica desde el nombre hasta el secreto más oscuro pasando por la comida favorita, los gustos más extraños, las cosas que los desquician, etc. Suena muy romántico pero para llegar un grado de tal intimidad no es tan fácil como parece y no muchas personas están dispuestas al compromiso que implica.
Dormir con alguien que se ama no sólo es un acto físico, es un acto de completa confianza, de comodidad, es poder compartir un momento íntimo con otra persona que no fue seleccionada al azar, es alguien importante que se ha ganado ese lugar. La cama es un lugar de descanso pero también es el lugar donde el inconsciente se aparece en los sueños; no hay nada más privado que eso, invitar a una persona a este espacio es como abrirle la puerta a los deseos propios y ocultos, es lo más generoso que alguien puede hacer por la persona que ama.
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