No perdamos nada de nuestro tiempo; quizá los hubo más bellos, pero éste es el nuestro.
Jean Paul-Sarte
El siglo XXI es, en muchos sentidos, la era del progreso tecnológico y la apertura definitiva del pensamiento humano. De esta forma, postmodernidad es sinónimo de relativismo y fenomenología. Así, nos hemos acercado a una realidad de individuos y no de sociedades, una realidad en la que lo único que importa es lo que cada persona percibe como importante; sin embargo, no podemos negar que somos seres sociales y no existimos si no es a través de la relación con otros, entonces, ¿qué cambios existen hoy en los procesos de socialización y vinculación humana?
Pues bien, la respuesta no es sencilla y toda explicación debe iniciar desde el contexto del Internet, fenómeno que ha revolucionado por completo la vida humana. En tal sentido, son las redes sociales las nuevas formas de organización y comunicación masiva. Somos la generación Facebook, es imposible escapar del torbellino de imágenes y mensajes instantáneos que se publican cada segundo, estamos atrapados en un ciclo adictivo de contenido basura y música vacía.
Es así como esto ha ocasionado una disminución del contacto directo entre personas, las relaciones sociales se organizan en torno a las redes sociales, desde un noviazgo hasta una reunión de amigos, necesita ser compartido y expresado a través de poco más de algunos caracteres y etiquetas. Esta despersonalización supone uno de los principales problemas que debemos afrontar en el mundo contemporáneo, la era digital nos hace sujetos psicológicos dependientes de espacios imaginarios de vinculación y encuentro, así nuestros estados de ánimos dependen de likes y comentarios muchas veces de desconocidos, hecho que genera conflictos personales y emocionales que no tienen una base racional.
Entonces el individualismo es imperativo en todas nuestras dinámicas sociales, nos escondemos detrás de un ordenador y cada vez nos volvemos más egoístas, dejando de lado los sentimientos y deseos de las personas que nos rodean para satisfacer nuestras demandas. Este nuevo mundo nos plantea un sistema de valores diferente, vivimos en una sociedad enferma en la que la frivolidad y la apariencia es fundamental para existir, dejando de lado aspectos como la espiritualidad y la profundidad intelectual.
Así, de un lado ha quedado el amor al arte, el romanticismo de la vida, la valoración de la existencia en sí y nos hemos transformado en clones que se amoldan a la moda y al vacío intelectual. Por tanto, es momento de crear una nueva revolución, una revolución humana que busque rescatar la libertad personal y nos libere de las cadenas de la globalización y la tecnología.
Para vencer las cadenas del sistema debemos retomar los principios plenamente existencialistas de la transformación postmoderna, restaurar la libertad como camino, la expresión de los deseos propios y la autenticidad como expresión de nuestro verdadero ser. Somos agentes de cambio social, todo cambio individual puede repercutir a un nivel sistémico, moviendo la máquina de la repetición y posibilitando un conflicto generador de transformaciones reales.
**
La vida es compleja y muchas veces nos cuesta entenderla, por eso, te compartimos la razón por la que se idealiza el pasado y cómo luchar con la nostalgia para vivir en el presente.