Aún en los países desarrollados, donde tanto se ha avanzado en materia de legislación inclusiva para la comunidad LGBT, todavía falta mucho por hacer, ser parte de este colectivo significa cargar con cierto estigma. No es lo que la sociedad considera ideal y definitivamente no es lo que muchos padres esperan de sus hijos, aunque al final puedan terminar aceptándolo. En general, más que aceptación, lo que se ha logrado es tolerancia… y eso no es suficiente. Muchos jóvenes, a edades tan tempranas como los 12 años, son botados de sus casas por decirle a sus padres que son gays; en otras ocasiones, el rechazo y la discriminación contra la comunidad LGBT suele ser tan difícil de soportar, que ellos mismos deciden irse. Después, abandonan los estudios.
Según el Williams Institute, en el año 2012 alrededor de 94 por ciento de las agencias que ofrecen servicios para jóvenes sin hogar reportaron haber trabajado con personas de la comunidad LGBT, la cual representa aproximadamente el 40 % de la demanda que ellas reciben. El 30 % se identifica como gay o lesbiana, el 9 % como bisexual y un 1 % como queer. Tomando en consideración que algunos jóvenes podrían ocultar información sobre su orientación e identidad sexual y/o de género, el estudio reconoce que estas estadísticas pueden subestimar el porcentaje real de la comunidad LGBT que acude a las agencias que brindan apoyo y asistencia.
Telaina Eriksen, profesor asistente en la Universidad del Estado de Michigan, dice que los padres a veces pueden pensar que “un niño LGBT los hace ver mal ante el resto de la sociedad (…) Estos padres tienen que entender que el problema es de ellos y no del niño”. Esta manera de pensar podría estar asociado a los sentimientos de culpa que sufren muchos padres cuando sus hijos tienen problemas, pues se preguntan qué fue lo que ellos hicieron mal para que esto sucediera; al igual que el niño, estos sufren cierto estigma ante el resto de la sociedad.
El problema puede ser más difícil de afrontar cuando se trata de transexuales; en estos casos, no sólo se trata de entender las preferencias de tu hijo, sino de superar el duelo que significa ver desaparecer al hijo que habías conocido hasta ese momento. Penny, la madre de Marcus Pizer, transexual, cuenta su experiencia: “’Te amamos y queremos que seas quien eres’, fue lo que pensé. Pero luego está lo emocional, que es como una muerte, en cierto modo, de la persona que solía ser. ¿Qué pasa con las fotos de la familia, las tiramos?”, agrega. “Molly ya no existe, y ella era muy especial, y ahora viene esta nueva persona, y no es un nacimiento. ¿Cómo llegas al punto en que, con tu pérdida, pierdes al niño con el que te identificaste pero tratas de aceptar en quién se está convirtiendo? Definitivamente fue difícil”. La familia acompañó a Molly, ahora Marcus, durante su proceso de transición y no lo dejaron solo, pero admiten que no fue fácil.
La situación no es fácil y es un problema que tiene múltiples causas. Los graves conflictos familiares, la salud mental del joven y sus familiares, los casos de abuso físico, psicológico y sexual; y la negligencia, son algunas de las causas de las altas tasas de jóvenes LGBT en condición de calle. Según el estudio Durso-Gates, el 46 % de los jóvenes LGBT afirma haber huido de sus casas porque sus familias los rechazaron por su sexualidad o identidad de género y el 43 % señala que fueron obligados por sus familias a abandonar sus hogares.
Muchos padres se resisten a aceptar que su hijo o hija no es lo que ellos esperaban. No todos logran superar ese duelo cuando ven que los sueños y las expectativas que se habían hecho durante toda la vida no se harán realidad; a muchos les cuesta aceptar que la vida está llena de sorpresas y que sus hijos son libres de escoger el camino que desean. Para algunos padres, los hijos son una propiedad y no están dispuestos a llevarse sorpresas poco agradables, en función de sus gustos y preferencias.
“Yo solía estar más seguro en la calle que en casa”, contó Fez, un hombre transexual de 25 años. Después de la muerte de sus padres, Fez había vivido con una tía que consideraba que su deseo de vivir como un hombre era una aberración. Fez no toleró las condiciones de vida en casa de su tía y se fue; la hostilidad de la tía con respecto a su identidad y su insistencia en delimitar los roles de género le hicieron tomar esa decisión.
En Reino Unido, donde Fez vive, por lo menos un 25% de los jóvenes en condición de calle afirman pertenecer a la comunidad LGBT. Mientras tanto, un sondeo de opinión realizados por el gobierno señalan que apenas el 3,3 % de los jóvenes entre 16 y 25 años se identifican abiertamente con dicha comunidad. Al igual que en Estados Unidos, existe una brecha importante y parece que los jóvenes LGBT tienen estadísticamente más probabilidades de quedarse sin hogar, en comparación con los heterosexuales.
Una vez en la calle, estos jóvenes tienen mayores probabilidades de ser víctimas de explotación sexual, o sufren de depresión y muchos llegan a suicidarse. El uso de drogas es común también en este grupo, no todos, y una parte de ellos puede caer en la delincuencia juvenil. El gobierno de los Estados Unidos, a través del Consejo Interinstitucional de EE UU para las Personas sin Hogar, ha emprendido programas que le permitan abordar la situación que viven las personas de la comunidad LGBT en condición de calle. “Parece haber acuerdo en que el veinte o cuarenta % de los jóvenes sin hogar se identifiquen como lesbianas, gays, bisexuales, transexuales o queer (LGBTQ)”, señala la USICH en uno de sus informes, recuperado gracias a la WayBack Machine.
En respuesta a esta situación, el gobierno de Estados Unidos implementó las siguientes políticas públicas:
Según Jeff Krehely, director de la LGBT Research and Communications Project at the Center for American Progress, “la causa de las altas tasas de jóvenes LGBT en condición de calle es que estos ahora salen del clóset a edades más tempranas”. Hoy, muchos adolescentes ya le dicen a sus padres que son gays a los 12 y 13 años. Hace algunos años, esto era más común después de los 18. No es lo mismo ser rechazado por tus padres a los 18 que a los 12, cuando ni siquiera has culminado la preparatoria. Si te botan de tu casa por discriminación contra la comunidad LGBT a los 12 años, el trauma puede ser más difícil de superar y tienes menos herramientas para vivir de forma independiente.
Solucionar el problema de los jóvenes en condición de calle, más allá de su orientación sexual, es muy importante, y el Plan Estratégico Federal es fundamental para lograr este objetivo. Sin embargo, esta población merece atención especial porque la identidad LGBTQ es a menudo la causa directa de que vivan en la calle. Estos niños han agotado las redes de seguridad habituales (familia, escuelas y hogares de acogida); estos proveedores de servicios a menudo son la última parada antes de las calles y si la identidad misma de un joven también es atacada aquí, puede ser muy perjudicial. Según Jeff Krehely, los proveedores deben comprender los problemas de identidad de género en un nivel básico.
La decisión de irse de la casa puede depender de la localidad de residencia. De acuerdo con Durso-Gates, en las grandes ciudades que cuentan con buenos albergues para la comunidad LGBT, es más probable que estos jóvenes se vayan de sus casas, pues piensan que en estos refugios, tolerantes y bien equipados para su estadía, van a ser más felices. En los pueblos y ciudades pequeñas, lamentablemente, muchos no tienen esa misma opción, o por lo menos, no en las mismas condiciones.
¿Qué se puede hacer al respecto?
En Estados Unidos, la meta del “Opening Doors: the Federal Strategic Plan to Prevent and End Homelessness” para el año 2020 ha sido terminar con el problema de todos los jóvenes sin techo, sin distinción de género, etnia, orientación sexual u otra. Los especialistas han hecho un gran trabajo al abordar, de forma múltiple e interdisciplinaria, los diversos factores y causas que influyen en este problema.
La creación de albergues bien equipados ha sido una política acertada. Muchos de estos jóvenes no tienen ni la edad ni la preparación técnica o académica para ser independientes económicamente; en especial los jóvenes LGBT de 12 y 13 años que han sido abandonados o no se sienten a gusto con sus familias, quienes deberían seguir estudiando y recibir apoyo psicológico profesional. Mientras que a los mayores de edad, los albergues les permiten buscar trabajo sin la preocupación de no tener un techo.
Esta situación evidencia que todavía falta mucho por hacer. La comunidad LGBT no ha dejado de ser la víctima del rechazo, la exclusión, la incomprensión y la violencia. El abuso deja importantes secuelas psicológicas, y las personas en condición de calle, especialmente si son niños y adolescentes, son más propensas a ser abusadas y es necesario atender este problema con el fin de mantener la armonía social y reducir los niveles de delincuencia.
Vicente Quintero es Licenciado en Estudios Liberales de la Universidad Metropolitana de Caracas, con énfasis en los estudios políticos. También ha realizado cursos de política, cultura, literatura e historia en la Universidad Politécnica Estatal de San Petersburgo (Rusia). Quintero es analista-colaborador del Centro Internacional Anti-Crisis con sede en San Petersburgo, el cual publica sus artículos en los idiomas inglés, francés y ruso. Quintero es columnista y articulista de El Nacional Web (Venezuela), The Global World (España), American Herald Tribune (Estados Unidos), WTC Radio (Venezuela), ProEconomia (Venezuela-España), Entorno Inteligente (Venezuela) y La Trenza (México). En el año 2018, ha tenido la oportunidad de presentar sus obras de arte en el Museo Alejandro Otero (Fundación de los Museos Nacionales de Venezuela). A través del arte, Quintero expresa la realidad política y económica del mundo. Quintero habla cuatro idiomas: español, inglés, ruso y alemán. Lo encuentras en su página web y en Twitter.
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