¿Crees que los 25 son ideales para vivir tu día a día, ser feliz, disfrutar tu sexualidad, recorrer el mundo, conseguir el trabajo de tus sueños y comenzar a planear tu futuro perfecto?
¿Cuántos años son demasiados?, ¿a qué edad te pesaría decirle al otro ese número que concentra toda tu existencia? Muchas personas ni siquiera podrían pensar que los 25 son terribles, que no hay remedio para curar el futuro o que todo lo que hiciste previo al cuarto de siglo sea capaz de definir el resto de tu vida; sin embargo, el pensamiento individual parece no importar ante la realidad y el imaginario colectivo.
Antes de los 25, niñas, adolescentes y jóvenes fueron sexualizadas tantas veces como fue posible. Las industrias televisiva, cinematográfica, textil, juguetera y de videojuegos decidieron que es mucho más prometedor comunicar a través de niñas erotizadas para “atraer” a más público.
En el año 2007, la Asociación de Psicología Americana denunció la tendencia de las industrias por sexualizar a los niños. Según su reporte, las niñas, sobre todo, son bombardeadas con ejemplos de mujeres exitosas que triunfan gracias a «atributos físicos, a las medidas que el mercado impone, pero no por sus cualidades personales y profesionales», según la información del periódico El País. Aunque la denuncia pretendía mitigar la aceleración de esta tendencia, la realidad es que continúa en aumento; de hecho, por ejemplo, niñas de 5 a 9 años sufren anorexia o bulimia simplemente porque desean cumplir con el estándar.
Algunas acciones podrían parecer banales: sujetadores con relleno, maquillaje e incluso tacones; pero otras se han replicado por décadas y a nadie parece interesarle: los modelos aspiracionales como Barbie, las superheroínas con un cuerpo espectacular como La Mujer Maravilla o la idea de ser ganadora en un concurso de belleza o un reality show, nos demuestran el ímpetu de las niñas en ser, desde su niñez, tan similares como sea posible a esas mujeres adultas y realizadas; no hay tiempo para disfrutar su infancia, en cambio, se convierten en un tipo de mujeres amorfas que el público premia.
Es ese mismo patrón el que castiga la pederastia pero incorpora a las “Lolitas” como un estereotipo de belleza, un ejemplo a seguir y el anhelo que los hombres desean tener. No hay que ir tan lejos para notarlo, en México, las dos televisoras más importantes hacen lo mismo al poner a cantar –con un vestido escotado y maquillaje en todo el rostro– canciones de desamor, despecho o con mensajes sexuales a niñas que no pasan de los 12 años.
Las niñas no tienen tiempo para jugar, para divertirse, vivir su infancia de verdad y no preocuparse por el sexo opuesto. La industria las han llevado a un punto sin retorno en el que, como si fueran una especie de pequeñas mujeres, deben consumir del mismo modo que las mujeres más grandes para sentirse bien con ellas.
Claro, no se trata de una generalidad, pero sin duda, son el consumo y la televisión los dos ingredientes clave para que esas niñas consideren correcto tomar ciertas actitudes frente a otras. Entonces, el mercado sexual no sólo objetiviza a las mujeres, sino que basta con tener rasgos femeninos, a la edad más corta posible, para comenzar a ser parte de un catálogo sexual que todos miran y a nadie parece importarle.
¿Por qué esto no es penado por los mismos que encierran a pedófilos en la cárcel? Porque no se hace en la esfera privada sino en la pública, porque los actores participantes son las industrias más grandes y porque, a pesar de ser demasiado sugerente, al final, no muestra nada que no tenga que ir… es decir, todo se mantiene en lo hipócritamente correcto.
Sin saber cómo salir de ese patrón, cientos de niñas continúan reproduciendo el estereotipo y crecerán para encajar con las reglas impuestas. Entonces, cuando lleguen a una edad adulta, probablemente repetirán otros estereotipos, conocerán nuevas reglas qué cumplir y serán parte de otro sistema. Hasta que pasen los 25 y no sepan qué hacer… no hay modelos más viejas que ellas, no hay mujeres que salgan en anuncios publicitarios masivos y luzcan de su edad. Los 25 serán los nuevos 60, a esa edad las niñas que han repetido el patrón toda su vida se creerán inservibles, con la ilusión de volver a sus años dorados, cuando podían seguir los modelos que los medios de información replicaron hasta el cansancio.
Los complejos seguramente no llegarán a los 60 o 70 años sino a los 30, cuando, demasiado viejas, esas mujeres deban recurrir a cirugías plásticas, dietas o trucos de belleza que, admitámoslo, las harán lucir más jóvenes sin ninguna verdadera necesidad.
Según la publicación de El País, en Francia, 37 % de las niñas están a dieta, sus conversaciones giran en torno a la moda, el peso ideal y parejas, por lo que, entendemos, han asumido con naturalidad un papel impuesto por la lluvia de información: el de objetos sexuales. Romper el estereotipo es asunto de esas mujeres jóvenes que no deberán dejar que un anuncio tenga más criterio que el propio.
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Referencia
El País