El corazón no tiene la culpa de escoger a la persona de quien se enamora, la mayoría de las veces es inesperado y nunca nos imaginamos fijarnos en la personas menos indicada de todas. Nos aferramos a un amor que no nos corresponde y que tampoco nos conviene, puede ser que esa persona está con alguien más, tiene intereses diferentes a las nuestros… o simplemente porque no les gustamos; la mayoría son circunstancias fuera de nuestro alcance, en realidad. Sin embargo, a pesar de todo, no podemos ignorar la terrible atracción que sentimos y que, aunque deseamos que desaparezca de nuestro cuerpo, se mantiene persiguiendo la idea de que en algún momento esa persona estará con nosotros.
El enamoramiento comienza en la corteza cerebral –desde el punto de vista bioquímico– después se desplaza al sistema endocrino y se convierte en una respuesta fisiológica y en cambios químicos producidos por la dopamina. La historia comienza cuando vemos por primera vez a esa persona, la atracción física es la responsable de que el jugo empiece; posteriormente continúa el contacto verbal, las primeras palabras que le dirigimos y cuando nos damos cuenta de que tenemos cosas en común o de que mantenemos conversaciones bastante cómodas con mucha reciprocidad; es aquí cuando se dispara el enamoramiento.
Los problemas radican cuando nos enamoramos de un amor no correspondido…
¿Por qué siempre nos aferramos a las personas a las que no les interesamos, existiendo un mar de gente allá afuera?
El psicólogo Roy Baumeiste, afirma que enamorarnos de un amor imposible mas que tratarse de un error, es una condición inevitable del ser humano, provocada a que tendemos a idealizar a las personas y a desear lo que es imposible, ya que nuestro cerebro percibe a lo inalcanzable como objeto de “lujo”. Por esta razón, cuando nos enamoramos no siempre es de la persona correcta, sino de la que cubre nuestros criterios inconscientes, sin importar si nos conviene o no.
Schopenhauer decía que el ser humano giraba alrededor de un “yo quiero” y que para ser más feliz, el ser humano tenía que dejar de querer…
No debemos culparnos porque esa persona no se fije en nosotros, pero sí debemos hacer algo para desprendernos de una situación que nos está lastimando. Estamos con la persona incorrecta, creemos que llena nuestras expectativas y que somos uno para el otro –aunque nos neguemos a verlo– la realidad es que son ideas que creamos y no somos tal para cual con esa persona. Su personalidad no tiene nada que ver con nosotros, simplemente no es la persona indicada.
Si seguimos en una “relación” así nos vamos a llevar de tristeza e inseguridades y peor aún, nos hará codependientes a un amor imposible, esperanzados a cosas que no podrán ser. Decir adiós no es fácil, pero sí mucho más sano para nosotros, debemos empezar por aceptar que no es la persona correcta y no arriesgar más a nuestro corazón. Hacer cambios en nuestra vida será de gran ayuda y un tanto doloroso, pero nos abrirá –con el paso del tiempo– otra perspectiva sobre el amor.
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