En Japón existe un programa de televisión donde las mujeres son “hipnotizadas” para tener orgasmos telepáticamente. Durante la transmisión —que es en vivo— una “psíquica” coloca a varias chicas de rodillas y una a una comienzan a gemir incontrolablemente.
Más allá de lo ridícula y perversa que esta emisión pueda ser, hay una objeción más importante: los orgasmos femeninos no suceden por arte de magia, tanto así que la inmensa mayoría de las mujeres fingen tenerlos. Esto puede explicarse por la llamada “brecha orgásmica”.
Esta definición se refiere a la evidencia de que en las relaciones entre dos personas heterosexuales las mujeres tienen muchos menos orgasmos que los hombres. No se trata de una aproximación teórica ni una suposición imaginaria, son los resultados de The Social Organization of Sexuality.
Según este estudio, las cifras de quienes alcanzan el orgasmo durante una relación sexual son las siguientes:
+ 89 % de los hombres homosexuales
+ 86 % de las mujeres homosexuales
+ 88 % de los varones bisexuales
+ 66 % de las mujeres bisexuales
+ 95 % de los hombres heterosexuales
+ 39 % de mujeres heterosexuales
¿Verdad que hay una diferencia abismal? De este estudio podemos extraer muchas conclusiones, pero existen dos especialmente importantes:
1. Existe una enorme diferencia entre el número de orgasmos a los que llegan los hombres respecto a las mujeres en parejas heterosexuales.
2. El problema no está en ellas —basta ver que entre las mujeres que tienen sexo con otras mujeres los índices son más altos—.
Por otro lado, esta investigación también reveló que las mujeres que tienen una relación estable tienen muchos más orgasmos que quienes sólo tienen sexo casual. Probablemente esto tenga que ver con que desarrollan más confianza para desenvolverse con total plenitud, que se han acoplado a la dinámica romántica y se toman su tiempo.
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¿Cuáles son las causas?
Debido a que ha quedado claro que el problema no es físico —es decir, nada tienen que ver los cuerpos de las mujeres—, es fácil ver que las causas son de carácter cultural. Entre todo lo complejo que pueda resultar esto, fácilmente pueden dilucidarse algunas de las más evidentes:
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Mujer-objeto
¿Cuándo has visto porno para mujeres?, ellas son siempre vistas como el objeto del deseo; eso que posa delante de los varones para cumplir un labor de excitación. Jamás es tomada en cuenta como sujeto. A nadie le interesa saber cómo excitar a una mujer.
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Placer masculino, la prioridad
Se habla abiertamente del placer masculino, de las erecciones involuntarias, la masturbación, las ganas de tener sexo y más, pero cuando se trata del femenino, cuidado. Las antenas moralinas se encienden y se prohibe el tema por completo.
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Desconocimiento del cuerpo femenino
Las mujeres conocen más el cuerpo de los hombres que los suyos mismos. Según un estudio de la Universidad de Wisconsin-Madison, casi un 30 % de las mujeres en edad universitaria no pueden identificar su clítoris en una prueba de anatomía; sin embargo, sí conocen el diagrama del aparato reproductor masculino. Claramente la educación en las aulas está encaminada al placer masculino.
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¿Orgasmo?, ¿qué es eso?
La preocupación mediática sobre el sexo en mujeres versa más en cómo no quedar embarazada o cómo no contagiarse de una enfermedad venérea —ambos tópicos sumamente importantes—, no obstante, a la hora de hablar del orgasmo, todo es silencio.
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La solución
Según este estudio, es mucho más probable que las mujeres sean casi siempre o siempre orgásmicas cuando están solas que cuando están con una pareja. Es decir: las mujeres tienen más orgasmos masturbándose que teniendo sexo con su pareja.
Sin embargo, dejar de tener relaciones sexuales parece no ser la solución. La única salida es reconocer que el placer femenino es tan importante y válido como el masculino. Es asumir con todas su letras que las mujeres también quieren tener un orgasmo y es necesario hablar todo lo que sea necesario hasta conseguirlo.
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Fotografías:
Alexei Bazdarev
Victor Supertramp