No puede causarte ningún daño algo que te hace tan feliz, ¿cierto? Tu vida no va por un despeñadero, tienes techo y cama para dormir, tienes pareja, amigos con los que vas de fiesta, familiares que te quieren incondicionalmente, tienes trabajo, estudios, ropa, comida, algo parecido a la felicidad, pero ¿te has preguntado alguna vez cómo saber si eres o alguien que conoces es adicto a alguna droga?
“Junkie” es, además de un término comúnmente usado para referirse a las personas enganchadas a los estupefacientes, específicamente a la heroína, la primera novela de William S. Burroughs, un ícono de la generación beatnik: Junkie y narra la historia de un adicto al poderoso opioide analgésico, así como su periplo para conseguir cada vez más veneno para sus venas y su paso de rehabilitación en rehabilitación.
Para nadie es un secreto que Junkie es un relato autobiográfico contado desde la perspectiva de un autor despojado de todo prejuicio. Pero no hace falta ser un genio literario, ni haber atravesado por situaciones tan extremas, para considerar que tal vez, a tu modo, estás abusando de las drogas. Hazte las siguientes preguntas para saber si estás montado en la ola de los excesos.
¿Haces cualquier cosa por obtener drogas?
Busca The basketball diaries. En esta película, un adolescente Leonardo Di Caprio interpreta a Jim Carroll, un drogadicto. Mira esta cinta con atención y compara tus hábitos con los del protagonista, que no tienen nada que ver con los de un fumador ocasional de marihuana. Jim roba, duerme en la calle y hasta se prostituye por unos cuantos dólares en baños públicos para poder pincharse. Tal vez esto suena desproporcionado en relación con tu caso. Tal vez eres un consumidor recreativo y presumiblemente moderado, incapaz de vender la licuadora de tu madre para comprar drogas, pero ponte a pensar en lo que haces por obtener tu dosis. No debe ser algo tan exagerado ni sórdido. Puede que tengas por costumbre esperar a tu dealer durante horas, bajo la lluvia, en una calle oscura y desolada, con el estómago rugiendo de hambre y sosteniendo en tus manos el poco dinero que tienes, el cual podrías usar en comida, educación o cualquier otro tipo de entretenimiento, pues no te puede faltar. Sea cual sea tu respuesta, por lo menos habrás visto una excelente película.
¿Caes en la trampa de lo socialmente aceptado?
Parte de esta premisa: el alcohol está bien, lo demás no. La delgada línea divisoria entre las drogas socialmente aceptadas y las legalmente prohibidas a veces complica determinar si se está abusando de alguna sustancia o no. Por ejemplo, puedes beber todos los litros de ron que se te antojen y nadie va a llamarte drogadicto. Tal vez te reconozcan como un alcohólico, pero no como un drogadicto. Lo paradójico es que la sociedad permite el alcohol y lo fomenta mediante su imagen publicitaria, siempre ligada a las fiestas, a las reuniones, a la felicidad colectiva y etílica (igual o peor sucede con el cancerígeno cigarrillo). El problema está en que eso no te deja darte cuenta de que estás bebiendo constantemente sólo porque está socialmente aceptado. Honestamente no necesitas excusas para emborracharte con tus amigos cada cierto tiempo, como tampoco las necesitas para hacerlo solo, sin algún motivo y a cada rato.
¿Tu droga nutre tu talento o te hace malgastarlo?
Eres inteligente y tienes aptitudes para ser bueno en lo que te plazca, pero el camino de los talentosos está lleno de diosas suicidas. No es justo generalizar en cuanto a las drogas, pues cada quien tiene experiencias diferentes. Para algunos, su talento reside en la adicción, como un típico caso de artista genio incomprendido y seudoiluminado que crea obras maestras solamente bajo el influjo. Otros se olvidan de todo y la adicción se lleva tajantemente su deseo de triunfar. La gran mayoría de las personas que han tenido algún tipo de éxito han tenido un acercamiento con las drogas. Paul McCartney sostiene que el LSD le abrió los ojos y recomienda a los políticos que lo prueben para gozar de un momento “epifánico” que les permita entender mejor las cosas. Steve Jobs también experimentó con el LSD, Freud con la cocaína, así como Carl Sagan con la marihuana y escritores, actores y directores de cine, en busca de algo más eleveado, con drogas ancestrales y medicinales como el peyote y la ayahuasca.
¿Dependes de tus drogas para todo?
Siempre es alentador tener un soporte, un alivio para descongestionar toda la contaminación que se genera en tu mente día tras día, semana tras semana. La búsqueda por ese tipo de estabilidad es el camino de un verdadero aventurero que quiere probarlo todo, pero la idea es quedarse con la experiencia, no con el todo. Cuando es momento de dejar el vicio un rato y no puedes, ya no eres tú quien toma el control, sino la droga, que te genera ansiedad. Ya no eres tú lo que te define, sino la sustancia. Entonces empiezas dejar de hacer cosas que son importantes para ti a menos que estés bajo el influjo. Eso termina afectando hasta tus emociones. No eres feliz si no estás drogado, no duermes si no estás drogado, no te provoca hablar si no estás drogado, no la pasas bien a menos que estés drogado. En una lógica normal, eso en realidad depende de ti, no de lo que consumes. Hay una línea muy delgada y borrosa entre la recreación y la adicción.
En aras de mantener una relación más sana con las drogas, las personas deben reconocer que es necesario analizar a fondo su opinión sobre ellas, estudiar mejor su rol en la sociedad, su historia, su uso, sus beneficios y sus contradicciones.
***
Digan lo que digan, las drogas son parte esencial en la historia del ser humano y también es un factor importante en el cambio del mundo como lo conocemos.