Ser estudiante es una etapa polifacética para todos lo que tuvimos la fortuna de pasar por ella. Es justo cuando das los primeros trazos para pintar el destino de lo que será el resto de tu vida; comienzas a tomar decisiones que repercutirán de manera directa en ti tanto personal como profesionalmente.
Si tradujéramos esta época a un experimento científico, podría ser como el método heurístico de prueba – error, donde el descubrimiento es constante y si las cosas no salen bien, se repiten hasta obtener el resultado esperado.
La única diferencia es que aquí estás experimentando única y exclusivamente con tu vida, por lo que en muchos casos, las situaciones no se presentarán una vez más para brindarte la oportunidad de corregir tus errores. Son pequeños problemas que aunque no parezca, forman parte de nuestra vida como estudiantes y debemos afrontarlos de manera inteligente.
Trabajos en equipo
Seguramente te has quejado de los trabajos en equipo una y otra vez, siendo una de las razones más frecuentes que la carga de trabajo no es igualitaria y al final, terminas haciendo más de lo que se supone deberías, no estás conforme con la manera en que lo hicieron tus compañeros o simplemente no aportaron nada.
Sin embargo, aunque muchas personas te lo han dicho —especialmente tus profesores—, colaborar en equipo te servirá de una y mil maneras más adelante en muchos ámbitos. Así que no importa qué tanta carga de trabajo tengas en el proyecto, pues desarrollarás la habilidad de resolver problemas fácilmente hasta llegar a un punto de la vida donde lo agradecerás.
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Cuando se te juntan los exámenes
Por si no fuera suficiente tener más de cinco materias a la vez, también existe la posibilidad de que los exámenes de éstas se te junten al punto de no saber por dónde comenzar.
Si no tienes buenas técnicas de estudio será difícil que adquieras de manera correcta toda la información necesaria. La solución es organizar tu tiempo para no revolver temas. También es muy importante que te des un respiro entre una y otra sesión de repaso, pues de lo contrario, lo único que lograrás será agotar el cerebro y confundir datos, situación que desde luego no te puede suceder.
No tienes mucho dinero
Especialmente el bachillerato y la universidad son etapas donde se comienzan a distinguir firmemente los objetivos de vida. Estás comprometido a dar el primer paso para construir tu futuro y quieres meterte a clases extra, comprar libros, viajar para descubrir lugares, visitar museos de tu interés y un sinfín de actividades que sin que lo notes te harán desarrollarte como profesional.
Pese a ello, no todo es tan positivo como suena, pues nos encontramos en una etapa difícil donde “eres adulto, pero no”, todavía no adquieres la experiencia que se requiere para un empleo y te enfrentas a uno de los principales obstáculos que truncan esos pequeños impulsos de superación: no tienes ingresos. Contrario a quienes tienen el privilegio de contar con una beca salario.
La ventaja de esta situación es que se debe convertir en tu principal motor para continuar satisfactoriamente con las clases, no abandonar los estudios y algún día ver reflejado tanto esfuerzo.
Faltar a una clase
¿Qué tal cuando faltas a la escuela un día? Llegas a la siguiente clase y tal pareciera que faltaste toda la semana. Aquí es donde entra el reto de ponerte al corriente lo más pronto posible para no atrasarte más porque si no estuviste al tanto en una clase y te sientes muy confundido, imagina lo que será retrasarte más. ¡No lo puedes permitir!
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Tomar materias que no te gustan
Es difícil tener muchas materias por semestre: ejercicios, tareas, lecturas, exámenes, etcétera; sin embargo, la dificultad se triplica cuando entre éstas existen algunas que definitivamente no te gustan. Lo anterior se convierte en un verdadero martirio.
No te da tiempo para las actividades que en verdad disfrutas
Así como hay materias que no te gustan, también existen otras actividades que te apasionan: practicar algún deporte, bailar, pintar, etcétera; sin embargo; ser estudiante requiere de un compromiso que va más allá de tomar asiento a escuchar una clase, como dejar de hacer las cosas que amas.
Claro que esto no se da en todos los casos, pues hay quienes saben organizar muy bien sus actividades, pero seguro dejan de hacerlo con la misma frecuencia que antes.
Las opiniones están divididas: cuando eres estudiante, te urge salir a “comerte al mundo”, pero una vez que lo haces, piensas seriamente en cuánto te gustaría regresar a las aulas.
Es por esto que debes valorar cada etapa que tienes oportunidad de vivir, adoptarla de manera positiva y tener paciencia ante todas las adversidades que se nos van presentando en el camino. Siempre habrá opciones para optimizar y revertir cada problema que aunque no sea tan grande, en ese momento sentimos que nos absorbe.
Sobre todo, «pregúntate si lo que estás haciendo hoy, te acerca al lugar en el que quieres estar mañana».