¿Alguna vez has llegado al trabajo o al hogar con la necesidad de contar tu experiencia de un amor fugaz? Detallas cómo te robó el corazón una persona del transporte público, y expresas lo triste que estás de no volverla a ver. Aunque parezca un sentimiento puro y profundo, no es más que reacciones químicas y una percepción visual a la que le damos un significado especial. Incertidumbre, ilusión y nervios, eso es lo que sentimos cuando cruzamos miradas con esa persona que identificamos porque sobresale de entre el resto. Este enamoramiento express se convierte en una historia de amor que tal vez sea la más corta de tu vida. Aunque no está del todo mal dejar volar a nuestra imaginación un rato.
Como humanos percibimos el mundo no sólo a través de nuestros ojos, sino a través del lenguaje. Pero el lenguaje verbal no es la única manera de comunicarnos, también existen las expresiones corporales. Todo esto se combina con sensaciones de curiosidad y adrenalina en el momento a lo que llamamos enamorarnos. En el enamoramiento pasamos por tres etapas. La primera es la etapa del deseo, cuando esta persona nos llama la atención físicamente; aquí las hormonas sexuales y feromonas hacen lo suyo. Esto ocurre en cuestión de poco tiempo, así que un par de estaciones bastan para que capturen nuestra atención.
La siguiente etapa es la etapa de la atracción. Aquí aparecen síntomas fisiológicos; es decir, las famosas maripositas que sentimos cuando esta persona nos llama la atención. Esto no es más que liberación de dopamina, que es el encargado de experiencias placenteras; además de la feniletilamina, que nos llena de energía y nos manda a las nubes; serotonina, que contrarresta esos impulsos de ir corriendo a besar a la persona, nos mantiene en equilibrio y control; y, por último, la norepinefrina, que nos excita y emociona al corazón y la respiración.
En la siguiente etapa viene el apego, que es donde se genera este vínculo que nos da tranquilidad. Aquí aparecen la oxitocina, la vasopresina y las endorfinas. Ellas influyen en esta habilidad de hacer contacto con la persona amada. Se trata de una lucha metafórica entre el corazón y el cerbero, pasamos por estas etapas y se generan en muy poco tiempo. Es lo increíble de enamorarte tan rápido de una persona que casualmente se cruzó por tu camino en un día común.
Todas estas sustancias y sensaciones nos traen un momento de liberación de estrés, adrenalina y hacen volar nuestra imaginación. También aparece cierta nostalgia poco después de que nos tenemos que separar de esta persona —a la cual acabamos de ver, nunca sabrá nuestro nombre y muy probablemente no volvamos a encontrarla. Posiblemente, la persona con la que generamos este vínculo haya pasado por estas etapas también; aunque es más común que se trate de un amor no correspondido.
En realidad, esa sensación de enamorarse en tan corto tiempo puede ser benéfico para nuestra salud, ya que nos regala una dosis de adrenalina natural que probablemente no hubiéramos sentido en un viaje común y corriente a nuestro hogar o trabajo. A todos nuestros encuentros de amor —entre miradas, agarrarse el cabello, esconderse entre la gente y la preocupación de llegar tarde—, podemos dedicarles un pensamiento o tal vez un sentimiento de esperanza de volver a encontrarnos.
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El texto anterior fue escrito por Nidia Corona.
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