Texto por Cecilia Martínez
Hay muchas canciones, poemas, novelas y textos en general que los tienen como protagonistas pero, ¿realmente sabes qué pasa en el cerebro cuando damos un beso? Besar es un extraño y hasta mágico proceso natural que muchos hemos experimentado porque, seamos honestos, ¿a quién no le gusta besar? Sobre todo cuando se trata de una persona a la que queremos. Paul Géraldy, un poeta francés del siglo XX decía que “El más difícil no es el primer beso, sino el último”, ¿qué opinas? Lo que es un hecho, es que hay muchos datos curiosos detrás de esta actividad, por eso en este artículo te compartimos un poco.
De acuerdo con estudios avanzados de antropología, el beso aparece por primera vez en los homínidos como una forma instintiva de la madre de manifestar afecto y cuidado hacia su cría. De hecho, la mujer de Cromañón alimentaba a sus hijos masticando primero la comida y, posteriormente, la pasaba a la boca de estos. Lo único que tenemos en concreto es que los primeros besos dados provienen de la India, estos fueron esculpidos en los templos de Khajuraho. El Kamasutra por ejemplo, describe tres clases de besos: el nominal, en el que los labios apenas se tocan; el palpitante, en el que se mueve el labio inferior, pero no el superior; y el beso de tocamiento, en el que participan labios y lengua.
La cantidad de acciones que ocurren cuando besamos es impresionante, pues en un beso se activan hasta 30 músculos faciales, 17 de ellos relacionados con la lengua, se transfieren 9 miligramos de agua, otros 0.18 de sustancias orgánicas, 0.7 de materias grasas, 0.45 de sales minerales, además de millones de gérmenes, bacterias y microorganismos. Pero eso no es todo, pues se queman, a lo largo de tres minutos, unas 15 calorías.
Incluso el deseo de besar hasta tiene un nombre científico: Filemamanía. El cerebro es adicto a la oxitocina, que se produce cada vez que besamos, esta hormona influye en funciones básicas como el enamoramiento, orgasmo, parto y amamantamiento, y está asociada con la afectividad y la ternura.
Al entrelazar tus labios con los de alguien más, la corteza cerebral empieza liberando dopamina, que está relacionada con el placer y es el neurotransmisor que desempeña un papel importante en los juegos de azar, el uso de drogas, y también en el amor. Cuando nos enamoramos, la dopamina se libera, haciendo que las parejas se sientan eufóricas y enérgicas. ¡Cuando alguien dice que tus besos son droga, aquí la respuesta!
Por su parte, la serotonina actúa sobre las emociones y el estado de ánimo; es la responsable del bienestar, genera optimismo, buen humor y sociabilidad. Es conocida por representar un papel importante en la inhibición de la ira y la agresión. Niveles bajos de serotonina están asociados con la depresión y la obsesión, ambos síntomas del desamor. Junto con la dopamina y noradrenalina, inunda el cerebro de feniletilamina, conocida como “la droga natural del amor”.
Por estas razones cuando dejamos de estar con alguien o pasa un tiempo sin que besemos, empezamos a sentirnos deprimidos, pero ¡tranquilos! Si pensabas que todo era efecto de la persona con la que estabas, no es así. Sal, diviértete y besa a esa persona que quieras, esto hará que tu cerebro se libere y te vuelvas a sentir mejor.
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