“Andar no exige ni aprendizaje, ni técnica, ni material ni dinero. Sólo requiere de un cuerpo, de espacio y de tiempo. (…) Todo lo demás es superfluo. (…) rueden, deslícense, vuelen”.
–Frederic Gros
¿Qué es ese impulso que, como un fuego que quema los pies y arde en el pecho, ha lanzado a hombres y mujeres a recorrer el mundo? Marco Polo, Che Guevara, Amelia Earhart, espíritus viajeros que se han lanzado a recorrer el mundo, conocer territorios, explorar realidades. Hombres y mujeres de alma inquieta y pies volátiles que saben que viajar es irse, fugarse, pero también es retorno, encuentro con nosotros mismos, es conocernos en otras culturas y otros parajes, descubrir territorios y conectarnos con otros en la más pura soledad de nuestra aventura.
¿Qué tienen en común esas almas viajeras? ¿Cómo saber si eres uno de esos espíritus que necesitan partir, ver con sus propios ojos, vivir la experiencia del andar, de ese placer de moverse por el tiempo y el espacio? Un viajero no sabe bien a bien qué busca, pero tampoco se detiene. Diversos filósofos como Kant, Henry D. Thoreau, W. Benjamin, veían el andar como un arte, un quehacer, más que deportivo; andar es un ejercicio de encuentro. Al andar surgen ideas, es una posibilidad para crear, para encontrar y encontrarse a uno mismo en la experiencia del camino, liberados del estatismo de la vida secuestrada por el tiempo del mundo contemporáneo.
Como en la deriva de Guy Debord, hay para quienes viajar es simplemente una condición de existencia. Frederic Gros, sobre la experiencia del andar, sabe que viajar es una desorientación que orienta y una pérdida de tiempo que fructifica: “Sólo tienen valor los pensamientos que nos vienen mientras andamos”.
Sabes que eres una alma viajera cuando tu espíritu se traga al antiguo yo, es el momento en que te vuelves adicto al viaje, pierdes el miedo y te lanzas a ese levitar, encontrarte en la vida como lo que es, un eterno ir y venir de personas, experiencias y lugares. Entiendes que no es necesario anclarte para estar seguro, que no es necesario quedarte para saber que regresarás, también sabes que partir puede significar no regresar, pero aventurarte a lo que ese camino puede darte es la única certeza y… te arrojas.
Elección o destino, eres ciudadano de mundo, la única frontera que tienes por delante es la que pongas tú mismo; el único riesgo, saber que tu identidad, esa tentación de ser “alguien”, tu nombre e historia, aún no están contadas, están por construirse.
Aquellos que tienen un alma viajera se encontrarán en estas señales y características que han hecho de su vida una travesía sin fronteras.
Adicto al viaje
Comenzaste a viajar un día y desde entonces te diste cuenta de lo enorme que es el mundo y no has parado. De cada vez viaje al que vas vuelves con planes para el que sigue. Has construido ya un itinerario de viajes que deseas realizar, con o sin objetivo específico y la lista sigue creciendo…
Alma inquieta y aventurera
Tu personalidad tiende a la aventura, eres arriesgado, un buscador y explorador nato; en la lucha por conseguir lo que te propones eres indomable. No te conformas ni te estás quieto, eres no sólo creativo, sino empeñado en realizar tus propias búsquedas. Viajar y superar tus propios retos es parte de esa adrenalina que te hace sentir vivo.
Desapegado y amante del mundo
Tienes también una personalidad que encuentra en el despego un enriquecimiento, no porque no tengas afecto por las relaciones que construyes o sientas pertenencia a tu lugar de origen, sino porque vives la experiencia de manera única que te enriquece. Amas tanto tu cultura como conocer otras, así como lugares y personas.
Creativo y amante de los retos
Eres creativo para resolver problemas, sabes vivir con poco y eres hábil para optimizar recursos. Para ti un impedimento o dificultad a la hora del viaje es un aliciente a tu creatividad y lo tomas como reto, probablemente esto te ha llevado a las aventuras más descabelladas, pero seguro también a las experiencias más de mayor éxtasis en tus destinos.
El viaje es tu oficio
No podrías pensar en un tipo de trabajo estático que te mantenga atado a un lugar o a una rutina que te limite a viajar. Has construido un vicio y un oficio para viajar, sea de tus ahorros o de trucos para viajeros, como un trabajo que te permita ejercer de manera libre tu profesión. Destinas al objetivo de viajar, recursos y tiempo sin escatimar, no te preocupa agotar tus ahorros más de lo debido, puedes estar en bancarrota, pero feliz.
Tienes que ver por tus propios ojos
En los libros de viajeros no encuentras historia imposible que no te mueva a querer construir tu propia utopía. No te conformas con que te cuenten de un lugar; tienes que verlo con tus propios ojos y tu experiencia la registras. Capturas, retratas con la mirada y si es posible con las palabras; registras en diarios o con una lente de cámara los momentos solitarios que pretendes que vean otros ojos.
La soledad es un encuentro contigo
La experiencia de ser un viajero constante es solitaria. la soledad de los viajes es probablemente el mejor encuentro contigo. No todos pueden entender esto, en algunos casos esto genera conflictos afectivos con las personas que te rodean.
Viajar es sinónimo de vivir
Para ti viajar ya es un modo de vida que nunca dejarás de hacer. Cual alma errante, el placer del viaje y la pasión por andar la llevarás junto con esos pies que, volátiles, te llevarán siempre a ser un ciudadano del camino y un caminante del mundo…
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