El lenguaje es complicado y no menos es la comunicación. Decir todo lo que está sucediendo en tu interior nunca es un salto libre de temores; la extrema franqueza de ciertas personas lo sabe, pero aún así se ejecuta a sí misma. La sinceridad –o la tan llamada claridad de voz– incluso puede convertirse en problema, aunque sus dueños se sientan orgullosos de tenerla. Para los mesurados y de alma cautelosa es un conflicto todavía más grave externar ideas, opiniones, sentimientos o decisiones. En ambos casos, no se trata de falsedad en diversos niveles; por el contrario, son síntomas de cuidado y preocupación, distintas formas de hacer frente a la información.
Lo cual no exime absolutamente a nadie de su obligación franca. Sobre todo si esto involucra la estabilidad emocional o física de alguien más. Por ejemplo, en una relación amorosa, a pesar de lo dolorosas o conflictivas que puedan ser las verdades, no es factible el silencio. Éste siempre cuesta más de lo que parece. Trae consigo efectos desmedidos y peores a lo que en un inicio se tenía vislumbrado. Los vacíos de edicto sólo permiten el ingreso de oscuros nubarrones y tormentas colosales. ¿Acaso hay necesidad de ello?
Nunca.
Pero es más común encontrarnos con este tipo de personas en la trayectoria sentimental que con gente de fácil diálogo. Especialmente cuando las cosas ya no van bien; en medio de ese momento indeciso en el que se pierden direcciones, caminos afines, pero nadie es lo suficientemente valiente como para disponer los mazos sobre la mesa.
A falta de sílabas y significados, te debes convertir en una suerte de intérprete gestual que apuesta en cada movimiento, aunque sea un mínimo dictamen de intención. Si crees que esas impresiones inundan tu noviazgo o vínculo, que la distancia o los aires fatídicos se aproximan más de la cuenta, sólo necesitas abrir un poco más los ojos. Leer sus actitudes y saber de una vez por todas si quiere terminar contigo o está esperando a que tú lo hagas.
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17. Por ejemplo, poco a poco ha dejado de hablarte. Es decir, ha reducido los espacios de comunicación y muestra poco interés no sólo en escucharte, sino en contarte cosas.
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16. Debería ser obvio el síntoma de las peleas, pero ¿lo has notado? Quizá sean más frecuentes y absurdas de lo que piensas.
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15. Sientes que las cosas han cambiado. Y no en términos de rito o hábito, sino en su cercanía. Cada vez demuestra menos cariño o euforia al verte.
14. Si escuchas que habla demasiado sobre “un cambio” indefinido –como regresar a la escuela, cambiar de trabajo, ganas de renunciar a todo, etcétera– y en pocas o escasas ocasiones figuras en la fórmula, lo sentimos.
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13. Cuando escuchas sus “Te amo” se escuchan extraños. Casi articulados y de oxidada metalurgia.
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12. Sobra decir que el sexo cambia, si no es que desaparece. Todo se vuelve excusa y movimientos monótonos que, por seguro, ya ni requieren una desnudez completa.
11. El ritmo de las conversaciones ha ido en detrimento. Ha pasado de la agilidad y el interés a los terrenos del silencio incómodo.
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10. Paulatinamente ha frenado sus promesas o compromisos; con discursos estúpidos dice preferir la fluidez de la relación sin mirar a futuro. ¿En serio?
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9. Sin sabe cómo ni cuándo, te ha devuelto algunas cosas tuyas que guardaba incluso desde hace años. ¿Para qué? ¿Por qué le pesa tanto ahora tenerte en sus espacios?
8. No es estúpido ni banal. Las fotos de perfil en redes sociales son un buen escalómetro de la relación. Una imagen en solitario dice más de lo que imaginas.
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7. Tu pareja requiere más tiempo a solas del usual. Ya no basta con sus espacios de privacidad, a la menor provocación cancela o cambia planes.
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6. Su grupo de amistades siempre es un gran índice sintomático. Si aprecias un cambio drástico en su actitud hacia ti, no es fortuito; ellos suelen tener más información que tú. Recuérdalo.
EN CASOS EXTREMOS
5. Ve a otras personas o, pero aún, coquetea con ellas estando contigo.
4. Intencionalmente dirige sus pláticas a una pelea o lo que podría derivar en un conflicto exhaustivo.
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3. Ignora tus llamadas o tus mensajes y ni siquiera se molesta en convencerte de lo contrario.
2. Deja de esforzarse en todo ámbito; comenzando con su arreglo personal y finalizando con sus actitudes o deseos de estar bien contigo.
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1. ¿Tienes un mal presentimiento? Hazle caso. Sigue tus instintos.
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No hay fórmulas ni estrategias exactas de detección. Sólo ten en la cabeza que estos puntos obedecen a la obviedad, a lo evidente. No se necesita ser un gran analista para notar mucho de lo que aquí hemos mencionado. De hecho, si ya leíste estas palabras, es porque hay algo en tu relación que no te funciona. Piensa bien antes de actuar, pero sobre todo, ante de permitir que alguien robe tu tiempo y corazón. Para ahondar más en el tema, averigua Cómo funciona la mente de un hombre infiel según la ciencia y las Señales de que tu pareja te fue infiel y tu relación no es tan perfecta como crees.