Del mismo modo que muchas prácticas que hoy conservamos, la grafología es una disciplina que ha marcado generaciones enteras desde 1871, cuando Abate Flandrin y su discípulo Jean Hippolyte Michon decidieron establecer un sistema que comprendiera las reglas de la escritura y así darle a cada sujeto cualidades distintas. Más tarde, Crepieux Jamin hizo un sistema que intentaba perfeccionar estas técnicas y con esto estudió a los filósofos y escritores más importantes de esos días como Rousseau, Montesquieu o el músico Beethoven. Interpretaba al fenómeno de la escritura como un todo, por lo que no se centraba en una letra, sino en todas las variables gráficas que se relacionaban entre sí.
El fenómeno comenzó a cobrar relevancia y cada vez con más fuerza, estudiosos pretendían hacer de la grafología un método más exacto que les permitiera obtener resultados fiables del comportamiento de aquellos que pagaban algunos pesos por saberlo o de personalidades del ámbito público que tuvieran cierto renombre. Nombrada muchas veces como pseudociencia, la grafología fue cada vez más aceptada.
“La escritura es una habilidad motriz que tiende a atrofiarse como primera señal cuando existe un trastorno neurológico”.
Estudiosos descubrían la personalidad de un individuo, determinaban características generales y hasta podían asegurar un equilibrio mental o fisiológico. Inteligencia, aptitudes profesionales y hasta diagnosticar grados de salud o enfermedades físicas y mentales era posible a través de cómo escribía alguien, lo dicho y lo no dicho. Los espacios entre las palabras, cómo utilizaba los márgenes de la hoja, las ideas, los pensamientos, los juicios plasmados en cada una de las partes del escrito.
Una parte de la psicología experimental que intenta conocer la personalidad a través de la observación. Y en cuanto al ámbito de la salud, aseguran, estudia movimientos gráficos según su origen cerebral y su trayectoria a través de los músculos del brazo y la mano. Así, existen estudios que le brindan al público atisbos de enfermedades que podrían padecer, tales como “Dibujar un reloj te dice el tipo de trastorno mental que tienes” –que puedes consultar en este link– o “Dibujar una bicicleta te dice si tu cerebro te engaña” –que puedes ver acá–.
Tal vez creas que no importa si tus letras son anchas, alargadas, distorsionadas o bastante precisas; quizá nunca te ha sido relevante si curvas las palabras o si son bastante indefinidas, pero en realidad, el conjunto de diferencias podrían aseverar más de lo que crees, pero para algunos la grafología puede ser un indicador de muchas cosas, incluso de su salud, puesto que la escritura es una habilidad motriz que tiende a atrofiarse como primera señal cuando existe un trastorno neurológico, por lo que es una ventana abierta al cerebro en algunos casos.
¿Qué enfermedades podrían verse reflejadas en la manera en la que escribes? Recuerda que nada es definitivo y si quieres estar seguro debes ir con un especialista.
1. Parkinson
Un estudio realizado por el Periódico de Neurología en 2013 descubrió que la medición de la presión en la escritura y la velocidad podría revelar con una precisión asombrosa la salud de alguien y si está destinado a padecer Parkinson en un grado de confiabilidad del 97.5 %. Algunos de las características son temblores horizontales, oscilación en la zona superior derecha e inferior izquierda de las letras, escritura que se empequeñece al final de cada línea, tendencia a disminuir las letras y movimientos descendentes que tienen ondulaciones como si se tratara de un reflejo en el agua.
2. Depresión
El Laboratorio de Neuropsicología Clínica de la Universidad Ludwig-Maximilians de Alemania aseguró en un estudio realizado en 2004 que la velocidad errática al escribir puede reflejar una disfunción en los ganglios basales, el área que regula –entre otras cosas– los sentimientos y la motivación. La mayoría de las depresiones involucran los mismos problemas: deficiencia de dopamina. Entonces, aquellos pacientes que sufren depresión escriben mucho más lento.
3. Presión sanguínea alta
Si en un momento determinado sientes que tienes la presión sanguínea elevada, podrías intentar escribir. Si estás en lo correcto, tus letras estarán más juntas de lo normal. La presión sanguínea también se refleja en la presión de tu mano que sostiene la pluma. Así escribirás más denso y oscuro.
4. Enfermedades mentales
Los grafólogos aseguran que aquellos que podrían padecer esquizofrenia tienden a cambiar la dirección de su escritura –a veces cargan a la derecha sus palabras y en otras ocasiones hacia la izquierda–. Esto, creen, es señal de que esa persona no mantiene un contacto continuo y directo con la realidad.
5. Comportamientos autodestructivos
Según el Hospital Lariboisière de París y la Sociedad Francesa de Radiología, la escritura de las personas que intentan autodestruirse es bastante diferente a la que caracteriza a las personas con buena autoestima. El hospital solicitó pacientes y voluntarios para escribir letras o copiar párrafos para que ellos agruparan más tarde a los que correspondían a las autodestructivas y al resto. Su acierto fue del 80 %. Con una dirección descendiente, barras y puntuación caídas o puntuación en lugar de acentos, detectaron a aquellos más débiles.
Así como con las enfermedades, la grafología se ha ocupado también en hacer estudios de personas a través de su escritura, tal como en el caso de Frida Kahlo, ¿qué dice su letra sobre ella?.
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