Están por todas partes. Su estereotipo se reproduce y disemina lenta y sutilmente a través de todos los discursos que fluyen en la misma dirección. La percepción general parece abandonar la imagen femenina que hace algunas décadas desbordaba sensualidad y vacuidad por igual, pero que hoy opta por crear una imagen más integral de lo que, en teoría, “debe ser” realmente una mujer.
Se trata de la mujer independiente. Su figura captada a detalle en películas y series de televisión levanta oleadas de admiración y pleitesía. Mujeres de la talla de Emma Watson o Angelina Jolie logran –sin salir de la cultura pop– que el estereotipo femenino amplíe sus horizontes hacia una visión menos trivial de lo que forjaron otras personalidades como Pamela Anderson o la propia Marilyn Monroe. Quienes transformaron a la mujer en un sex symbol.
La mujer de hoy es profesionista por decisión propia, pues la realización personal fuera del espectro académico y laboral suena descabellada en el presente. Usa zapatos altos y cumple con las reglas de la moda. Es notable su habilidad para llevar un equilibrio entre las diferentes esferas de su vida, pues muta camaleónicamente de profesional apasionada a compañera de vida individualista. Ya no está atada al matrimonio y la simple idea de formar una familia, al menos durante sus años de plenitud, le parece una limitación.
Alterna las distintas obligaciones del día a día con pasatiempos que la hacen aún más interesante. El running no puede quedar fuera: pasa de ejecutiva exitosa a apasionada deportista en cuestión de minutos. Lo mismo para son la literatura, al día lee parte de un best seller junto a un vaso de café que lleva su nombre y todo lo hace sin perder un ápice de atractivo sexual.
A primera vista estas características parecen formar un conjunto armónico de cualidades deseables para cualquier hombre. Además de tener todas las herramientas para exigir la igualdad y libertad que ganó el sexo femenino durante las décadas anteriores, hasta hoy. Sin embargo, al mirar la situación más de cerca surgen un sinfín de contradicciones que demuestran que para las mujeres independientes no es nada fácil encontrar el amor.
Al mismo tiempo que la mujer independiente aparece como un ser libre, pensante y crítico, capaz de desarrollarse en cualquier ámbito, su imagen se sexualiza hasta la codificación. Así, ellas se convierten en un símbolo que si bien se deshizo de algunas ataduras morales del pasado, ahora se enfoca en un modo de vida basado en su nivel de estudios y su poder adquisitivo en el mundo. En realidad, aquella imagen del pasado no desapareció, sólo evolucionó como un patrón de consumo cada vez más amplio.
A partir de esta imagen, sesgada desde cualquier punto de vista, el libro “Date-onomics: How Dating Became a Lopsided Numbers Game” realiza un ejercicio estadístico que explora la siguiente pregunta: ¿Por qué si eres una mujer independiente no has encontrado al amor de tu vida? Jon Birger, autor de esta obra, analiza desde la demografía la razón por la que las mujeres independientes (con una carrera universitaria, un sueldo por encima del nivel promedio, heterosexuales y mayores de 20 años) tienen cada vez más problemas y menos posibilidades para encontrar pareja.
La respuesta del autor es tan simple como difusa. Existe un déficit de hombres en proporción de tres a uno, lo cual explica cuán complicado resulta para una mujer, con estas características, establecer una relación estable. Según Birger, no hay suficientes varones con el mismo perfil demográfico, educativo y económico que la mayoría de las mujeres en las principales ciudades de Estados Unidos. Al mismo tiempo, afirma que la relación numérica entre géneros promueve la cultura del hook-up (la práctica de sexo casual preferida por los hombres que saben de esa gran “oferta” de mujeres en búsqueda de una pareja).
A pesar de que las cifras que presenta tienen plena correspondencia, la explicación de Birger carece de sustento real. No sólo pretende abordar un fenómeno tan complejo como la elección de pareja desde un análisis matemático con argumentos económicos, también recomienda a las mujeres mudarse a grandes ciudades en las que las condiciones entre ambos géneros son más similares. Por otra parte, el autor también aconseja elegir una ciencia dura donde la matrícula sea predominantemente masculina, todo para encontrar pareja.
Ante tal planteamiento la endiosada figura de la mujer del presente, tan alabada en medios y replicada por la opinión pública, podría ser el verdadero principio de un problema inadvertido de mayores proporciones que una simple razón demográfica.
¿Por qué la mujer independiente debería estar tan preocupada por encontrar pareja? ¿Será que el nuevo estereotipo, lejos de ser una liberación femenina, signifique una nueva forma de opresión similar a los antiguos corsettes? ¿Acaso el frenético modo de vida sustituye instituciones como el matrimonio por otras más sofocantes como el trabajo, pasando de un régimen moral a uno productivo e individualista donde no existe un espacio de realización personal?
Las respuestas están en el aire y se revelan como golpes de realidad en la vida de cada mujer autónoma, misma que se plantea el mejor de los futuros de la mano de las convenciones y la escala de valores de la época. Si quieres conocer más sobre las bases del concepto de mujer actual no dejes de mirar las mejores “Ilustraciones que sólo entenderán las mujeres cínicas, cabronas y un poco infantiles”.
Por otro lado, ¿sabías que menos del 5 % de las obras de los museos de arte contemporáneo son de autoría femenina, pero más del 85 % de los desnudos son mujeres? Descubre la verdadera razón de que “En el mundo del arte sólo se le permite la entrada a mujeres desnudas”.