México goza de una libertad sin precedentes. Hoy, cada uno de sus habitantes tiene la gracia de elegir cómo va a ser su vida. Puede ser ingeniero, abogado, economista e incluso astronauta. Todo depende de sus ánimos, capacidades y la fuerza que tengan para lograr sus sueños. Ojalá todo el mundo disfrutara de estas facilidades, pero desafortunadamente hay gobiernos que quieren mantener prisionera a su comunidad y los separa de toda realidad. Un ejemplo de ello es Cuba.
Para entender por qué pasa esto, es necesario hacer una rápida revisión a su historia. Hace unos cuantos años, Cuba era sometido y explotado por Estados Unidos. Ante esta desigualdad, la figura de Fidel Castro se alzó en armas contra el gobierno institucional. Pasaron varios años de pequeñas guerrillas hasta que el gobierno norteamericano retirara su control sobre los campos agrarios, las refinerías de azúcar y petróleo. Esta batalla le valdría al nuevo gobierno cubano que le cerraran sus relaciones y comunicaciones con uno de los países más influyentes en el mundo, por tanto, la pequeña isla de Caribe se volvió una prisión de la que nadie salía y a la que nadie entraba.
¿Imaginas vivir sin computadoras, Internet o teléfonos celulares? Seguramente la respuesta es no, pero gracias al bloqueo comercial que le impuso Estados Unidos a Cuba, la ausencia de estos aparatos tecnológicos es una realidad. Dentro de este escenario apocalíptico han tenido que crecer miles de jóvenes de los que el mundo no sabe nada porque nadie tiene el interés por aquellos inadaptados virtuales. Quien sí tuvo la inquietud de ver qué pasaba en la isla fue la fotógrafa australiana Amanda Fordyce.
Amanda viajó a La Habana para conversar con los jóvenes y preguntarles cómo podían vivir tan desconectados de la realidad. Cuando llegó a la isla, se sorprendió de lo que encontró.
“En mi limitada experiencia, la gente cubana tiene un fuerte sentido de la historia, la cultura, la creatividad, la expresión y son probablemente una de las personas más genuinas y acogedoras que he conocido. Viajar a Cuba es una experiencia mágica en muchos niveles”.
Ahora que ya escuchaste el comentario de una fotógrafa de “primer mundo”, y por lo tanto sus palabras tienen mayor autoridad (para algunos), ¿crees que podamos decir lo mismo de los mexicanos? Sin querer agredir a nadie, ¿tenemos un sentido y percepción consistente de la historia? Si la respuesta fuera sí, quizá ya hubiéramos gritado alzado la voz ante todas las dificultades que padecemos y que el gobierno tiene y promueve. Quizá tengamos la libertad de escoger un empleo, pero al final la meta más grande es comprarse un costoso celular con el que se pueda gozar de manera eficiente del Internet.
Las fotos que muestra Amanda son susceptibles a la confusión. Por un lado se ven escenarios de aspectos decadentes y por el otro a un cúmulo de personas que posan frente a la cámara con un semblante serio o inexpresivo.
Sobre su interacción con estos chicos serios, la fotógrafa australiana dice que aman la vida nocturna, hacen deporte a lo largo del malecón, idolatran los autos, la moda de los 80 y 90.
Sobre la ausencia de la tecnología, Amanda dice en un tono irónico que es probable que los jóvenes no puedan cancelar a último momento una cita, pero en realidad no es necesario, porque “cuando un hombre dice que te invita a salir, pueden quedar desde un teléfono fijo y llegará a la cita en el momento acordado sin ninguna falla”.
Como el gobierno cubano se encarga de cubrir todas las necesidades del país, los jóvenes sólo se deben dedicar a los estudios por la mañana, ayudar un poco en las labores del hogar y salir en las noches a divertirse. Con este ocio las personas más extremistas dirán que se pasan la noche bebiendo y teniendo sexo desenfrenado entre ellos. La verdad es que las bebidas alcohólicas son muy controladas en la isla para no ocasionar problemas de desigualdad. Puede que tengan razón sobre las relaciones sexuales, pero es un sinsentido satanizar este acto, pues en Cuba las enfermedades de transmisión sexual están casi erradicadas.
“La gente en La Habana es generalmente cálida, humilde y generosa, están abiertos a la conexión humana. Cuando uno viaja a Londres o París, por ejemplo, encuentra a todos los habitantes con la mirada hacia abajo, viendo el celular o el iPad. En Cuba no es así, ellos están jugando ajedrez o fútbol en la calle, hablando con sus vecinos, invitándolos a que vayan a bailar salsa o a caminar a lo largo del malecón”.
“Un día me encontré con una hermosa chica montada en su bicicleta en la calle, le pregunté si podía fotografiarla, charlamos un poco en ‘spanglish’ y después me invitó a su casa para una fiesta. Realmente me enamoré de la gente y su forma de vida”.
Ahora que se sabe un poco más sobre la vida en Cuba, podríamos reflexionar sobre quién es más libre en este mundo: ¿los cubanos o nosotros? Para que todo quede claro, y porque una imagen dicen más que mil palabras, sólo conoce las ilustraciones que reflejan nuestra triste, cruda y absurda realidad.
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Desde que Cuba peleó por su libertad, Estados Unidos la condenó a perderse del fenómeno de la globalización y de todos los cambios sociales que conllevan los avances tecnológicos. La gente suele pensar que viven como prisioneros de una realidad absurda, pero estas imágenes demuestran que las cosas no son tan terribles como parecen.
La gente es culta, creativa y muy consciente de la vida humana. Ahora que ya te convenciste de que la pequeña isla del Caribe no es un lugar deplorable, inseguro o despiadado, sólo te hace falta conocer las 15 razones para conocer Cuba el próximo verano y carnavales de ron y azúcar: la santería en Cuba.