Ojos rojos, siluetas desconocidas en una fiesta, destellos de luz en algún borde o una cercanía innecesaria hacia los rostros de quienes posan en la fotografía. Todos estos son los errores más comunes y sencillos que se cometen al instagramear una selfie o subir una fotografía a redes. En una era donde el registro visual no obedece al registro histórico, memorial o artístico de la realidad, sino a la validación de un evento íntimo y personal que requiere de la visibilidad pública para generar satisfacciones, verdades y demostración de cierto estilo de vida, lo desdeñable no es hacerlo. No permitas que nadie te recrimine por crear este tipo de imágenes. Es la época y el momento que nos ha tocado vivir de la fotografía. Lo que sí debes cuidar y mantener bajo la lupa es el cómo, no el porqué de lo que capturas.
Esos traspiés que ya mencionamos y que hacen de tus fotografías un gran desastre son lo que de verdad es desdeñable. No el hecho de ser un selfie addict ni las tomas cliché de una reunión, un viaje o algún otro evento presumible. Es, al contrario, el papelón que haces al up-loadear los autorretratos y los encuadres más espantosos que la humanidad haya visto jamás.
En realidad, las selfies –sean de quien sean– ayudan a conectar con las experiencias de los demás. Ficticias o reales, generan una visión, una perspectiva de la vida. Las fotografías que se comparten en redes sociales no son exclusivamente burdos retratos de nosotros mismos (aunque como ejecutantes no estemos conscientes de ello); se tratan, sobre todo, de la búsqueda por la conexión con otras personas (digitales). Son el lenguaje que nos ha tocado utilizar para empatizar con lo humano del Siglo XXI.
Por ello, si lo vamos a hacer, y es que en realidad debemos hacerlo, por lo menos que sea algo decoroso y bien realizado. Algo que nos permita mirarnos y ser vistos de la mejor manera posible. Es nuestra responsabilidad convertir este lenguaje en lecturas que den la vuelta a la contradicción digital; es decir, acercarnos los unos a los otros no mediante aquello que ven nuestros ojos, sino lo que “rebota” a nuestras propias figuras.
El primer error que podemos marcar al respecto es…
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Tomar una selfie o una group photo en la oscuridad
Busca luz natural. Y que ésta sea suficiente para borrar sombras o círculos inferiores en la toma. Si no es posible, el flash siempre es un aliado; sólo intenta que los ojos luminosos no acaparen la toma.
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Usar el filtro incorrecto
Si se trata de una selfie o una foto muy cercana a los sujetos en la foto, procura que el filtro sea tenue. Disminuye la fuerza de sus efectos y busca la manera de que parezca una imagen de lo más natural. A nadie le gustan las imágenes hipersaturadas.
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Tomar ángulos incorrectos
Las fotos en contrapicada son pésimas para el 99 % de la población. El truco está en saber qué lado de tu rostro es el que más te conviene, sostener la cámara o el teléfono celular frente a ti o un poco arriba (casi nivelado con tus ojos) y no mandar tu cabeza hacia atrás.
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No usar temporizador
Posar para una fotografía es indispensable y eso requiere tiempo. Gracias a ello, varios smartphones o aplicaciones ya cuentan con esa programación que da de 3 a 10 segundos para que revalores lo que estás a punto de hacer.
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Exhibir el selfie stick o algún brazo
Si las extremidades de tu cuerpo no son suficientemente largas como para lograr un encuadre perfecto, también aprende a usar un stick y no permitas que éste aparezca en tu toma. Simplemente arruina todo lo que estés haciendo.
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Tomar una sola selfie
O una sola foto de lo que sea. Sí, hay muchas cosas que jamás se repiten; pero si hay oportunidad de repetir la toma, aprovéchalo y elige al final de la sesión la imagen que más convenga.
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Lucir falso
Para esto, verificar qué está sucediendo detrás, vigilar cuál es el contexto en que te encuentras, no hacer caras ridículas o intentar una pose tipo editorial de moda son pasos primordiales. Una buena selfie se puede arruinar con un baño desagradable o alguien detrás totalmente sorprendido por tu cámara.
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Fotografiar sin sentido
En otras palabras, tomar y compartir una imagen que no tenga nada nuevo u original qué ofrecer. Puede ser la foto de la chica de espaldas tomando la mano de su acompañante, el atardecer o una playa durante “la hora dorada”, pero si es tan genérica como el resto, ¿qué buena reacción podemos esperar hacia ella?
Estos errores son comunes, pero no difíciles de evitar; y si a esto sumas otros Consejos para tomarte una foto “así como que no te das cuenta” para tu Instagram y adviertes qué Tipos de fotografías deberías dejar de hacer si quieres ser profesional, no habrá más cabida para la equivocación.