Pensar en Nueva York es creer en la perfección y el progreso. Siempre imágenes increíbles de una ciudad que podríamos considerar perfecta de punta a punta; no obstante, esa es sólo la ilusión que el mundo ha creado para eliminar de sus pensamientos al estilo de vida que se oculta en los oscuros callejones que se forman entre los gigantescos edificios, bares clandestino y bodegas abandonadas. Ese, el underground neoyorquino es la parte que, aunque ignorada por todos, debería interesarnos para comprender por qué esta ciudad se preocupa tanto por su reputación.
Como casi todas las ciudades, Nueva York tiene secretos y mensajes ocultos en cada una de sus esquinas; incluso a veces están tan bien preservados que ni siquiera sus propios habitantes los han descubierto y con ello contribuyen a la fantasía mundial del espacio cosmopolita por excelencia. Sin embargo, los protagonistas de estas “escenas borradas” de la gran estampa urbana luchan por salir de vez en cuando y gritar para hacerle saber al mundo que todo tiene un rostro oculto.
En el caso de la “Gran Manzana”, esa cara desconocida se encuentra incrustada debajo de los muelles del lado oeste de Manhattan, donde la anarquía y la marginalidad dieron paso a escenas fugaces o clandestinas que hoy sólo podemos ver a través de las fotografías de Alvin Baltrop. Con un origen tan under como el Bronx, era obvio que la lente de este artista estaría dirigida hacia la clandestinidad, especialmente a aquella que pertenece a la escena gay neoyorquina.
Las fotografías de Baltrop no se presentan como algo simple o perezoso; son fuertes y directas porque necesitan serlo para enseñarle al mundo lo que ocurría aun dentro de la perfección que en los años setenta y ochenta era marcada por studio 54 y la pandilla de Andy Warhol adornando todo con un consumismo colorido. A través de las miradas frías y retadoras de los gays que tienen que prostituir sus cuerpos para enfrentar al mundo, estamos encarando una realidad que, a pesar de ser ajena, nos pesa por el sólo hecho de saber que existe y la hemos ignorado por perseguir un sueño mediático de perfección y lujos.
The Piers es una serie formada por fotografías en las que incluso puede escucharse el lejano bullicio de a ciudad mezclado con el oleaje tímido del west side en donde nació y creció toda una identidad que afortunadamente logró salir de esa clandestinidad para demostrarle al mundo su existencia y que aun así, regresa siempre a sus orígenes porque se interesa en seguir alimentando esa escena que le dio fuerza y presencia frente al gran conjunto urbano.
Gracias a estas fotografías, a pesar de permanecer todavía en la periferia, el rostro oculto de Nueva York y su comunidad gay han podido encontrar una forma de salir a la superficie sin abandonar su esencia. Ambos gritan, sí, para hacerse notar, mas no para convertirse en parte de la falsedad urbana que vive en nuestras fantasías más lejanas.