22 fotografías de cómo se vive la pobreza y desigualdad en México

22 fotografías de cómo se vive la pobreza y desigualdad en México

22 fotografías de cómo se vive la pobreza y desigualdad en México

De acuerdo con un reporte reciente de Forbes, casi la mitad de los mexicanos vive en la pobreza.

En los casi seis años de gobierno de Enrique Peña Nieto quien prometió que los niveles de pobreza se reducirían durante su sexenio, esta cifra no ha cambiado. Aunque el número de personas que viven en pobreza extrema se ha visto considerablemente reducido, el contraste presente en las calles de la Ciudad de México resulta abrumador el cual es un reflejo de lo que se vive en toda la República— y continua siendo tangible en cualquiera de las esquinas de sus calles.

La tan apodada “Ciudad de la Esperanza” alberga edificios de lujo en cuyas entradas duermen personas en situación de calle; afuera de los restaurantes de “alta categoría” en los que almuerzan los pocos que ganan más de 50 mil pesos al mes hay decenas de puestos informales de individuos que viven al día. En esa marea que llamamos “surrealista” —a pesar de ser brutalmente verdadera— habitan todas las clases sociales cuyos miembros se perciben entre ellos como de otra especie.

El problema es que es fácil ignorar este panorama. Nos acostumbramos a vivir en medio del caos, aceptando tácitamente que vivimos en una de las ciudades más desiguales y nos encerramos en nuestro mundo sin considerar la relevancia de existir en ese contexto.


«Creo que en ocasiones vivimos en pequeñas burbujas de realidad, nos subimos al coche, ponemos el aire acondicionado y nos desplazamos sin mirar más allá», comenta Dzilam Méndez, quien expone la mentira de la prosperidad al mostrar el verdadero rostro de la ciudad en fotografías que revelan este contraste. «Nos subimos al transporte público y nos ensimismamos con un libro o escuchando música, vemos a alguien “raro” y preferimos cambiarnos de acera. Estas burbujas nos hacen pensar que el otro es tan distinto que le tenemos miedo, el miedo a lo desconocido».

Para Dzilam, el hecho de que nos neguemos a ver ese tipo de escenas y nos acostumbremos, disminuye la importancia de la problemática y hace que inconscientemente seamos parte de la discriminación. «No nos damos la oportunidad de encontrar las similitudes a pesar de la diferencia, es que siempre “nos agarran las prisas”, es que “tiene una apariencia extraña”». Sin embargo, gracias a trabajos como el suyo es posible acercarse y detenerse a pensar en el porqué de ese contraste. «A veces soy yo mismo que tengo un prejuicio sobre el otro y es a través de la fotografía que puedo acercarme a ese otro “tan diferente” y empezar a encontrar puntos en común».



El fotógrafo tituló este proyecto simplemente Desigualdad, pero no se refiere a una sola. El contraste del que habla no sólo representa la diferencia entre rico y pobre, sino también entre el individuo y el contexto, hombres y mujeres, e incluso en ideologías, y aunque es bueno que dos personas sean distintas, el fotógrafo resalta que la extrema separación puede dividir considerablemente a una sociedad.

«Los seres humanos somos diversos, desiguales y eso es lo que nos enriquece culturalmente, cuando pienso en la desigualdad no tiene que ser necesariamente algo negativo, pero sí lo es en el momento en el que alguien tiene que trabajar durante 12 horas diarias y no puede obtener los insumos mínimos para vivir de manera digna; cuando tienen que realizar 2 o 3 horas de camino al trabajo por un pago de 88 pesos; cuando los hijos tienen que suspender sus estudios por que no alcanza, pero la desigualdad va más allá del aspecto económico o educativo. Cuando una mujer tiene miedo de salir a la calle sola de noche, cuando niños hablantes de una lengua indígena son discriminados por sus mismos profesores porque “no hablan bien” el español, cuando los oficios o trabajadores técnicos son menospreciados porque no tienen una preparación universitaria».

Posiblemente vivimos en una época en la que nos encontramos más divididos que en cualquier otra; sólo alzamos la voz cuando algo que es parte de nuestra identidad se ve amenazado. Esto es latente en el constante desdén de la alta clase política, quienes consideran que la clase trabajadora se queja demasiado; en los hombres que se burlan del feminismo; en el racismo de las tiendas departamentales cuando se enfrentan a un cliente indígena. Todos fingen ser parte de una sociedad progresista, pero sólo mantienen esa idea siempre y cuando su zona de confort esté a salvo y no tengan que cambiar nada.


«Últimamente escuchamos que se ha incrementado la cantidad de aportaciones al SAT (pago de impuestos), pero estos impuestos no se redistribuyen de manera efectiva, el día de ayer se publicó una nota que Los Cabos es la ciudad más peligrosa en el mundo, en el país sólo 6 de 100 delitos que se comenten en el país son denunciados y el 99 % de ellos no se castigan, vivimos en un país, además de desigual en oportunidades, corrupto y con unos niveles de impunidad alarmantes. Es necesario que tomemos conciencia ciudadana, exigir a nuestros gobernantes mejores condiciones y dejar de participar en actos de corrupción».

“Ahorrar es crecer”, dice uno de los anuncios que tomó Dzilam para su proyecto, pero no es más que otra mentira del sueño norteamericano que hemos convertido en el nuestro. Millones de mexicanos sueñan con una vida mejor, pero todos tienen una visión distinta de lo que esto representa. Nadie sale de su burbuja y piensa sobre las posibilidades que podrían lograrse si los individuos no fueran tan indiferentes o defensivos ante el cambio paulatino, el cual puede comenzar enfocando nuestra perspectiva ante los fenómenos que nos rodean. Claro, suena un poco idealista, pero si no lo hacemos y alguien más toma la rienda de lo que sucede en México, ¿qué nos depara el futuro?

Encuentra más del trabajo de Dzilam Méndez en su sitio web: http://fotografiadobleu.com

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