Frente a la lente del fotógrafo holandés Ed van der Elsken el París de 1950 no se levantó —como lo hace frente a los ojos de otras personas— en forma de una de las capitales indiscutibles de la moda en todo el mundo; sino como un sitio en el que el arte, la música y la poesía eran tres elementos que abundaban en la atmósfera de los rincones más oscuros de las calles parisinas. Así ,mientras en América la generación Beat estaba poniendo en alto a sus grandes héroes, París hacía lo suyo en los cafés más sucios de las ciudades.
«Atraída por todo lo francés, lo abrí y me recibió una oscura e intrigante escena de café en el lado más arenoso de la Ciudad de la Luz. Era Jack Kerouac de estilo parisino».
— Patti Smith
Así es como la “madrina del punk” describe el libro Love on the Left Bank (1954) donde Ed van der Elsken une todas sus fotografías parisinas a través de un relato fotográfico que mezcla ficción con realidad de una manera que no se había visto hasta entonces. Con cada imagen que conforma el libro, este artista realizó un foto-relato que conduce a su lector-espectador en un viaje hacia la zona más oscura de París; misma en la que a pesar de lo que digan los estereotipos, es donde creció el verdadero arte francés.
Escritores, pintores y músicos, absolutamente todos se encontraban en estos cafés donde, a partir de lo excesos y el desenfreno, llegaban a visualizar sus obras que, una vez entrado el día, se convertían en una realidad. Para retratar su extraña visión del artista parisino de los cincuenta, el fotógrafo utilizó como modelo a la artista australiana Vali Myers quien en el libro aparece bajo el nombre de Ann.
«Ella era Vali Myers, la bruja mística gitana Beatnik que reinaba sobre las calles empapadas de lluvia. Con su cabello revuelto, sus ojos ribeteados de kohl, impermeable suelto y cigarrillo se ofreció con despreocupación y autocontención. Ella reflejaba lo que aspiraba estéticamente: ser inconsciente del estilo, sin embargo, el estilo mismo».
— Patti Smith
La calidad de estas fotografías en blanco y negro combina perfectamente con el escenario underground que retratan. Más allá de las escenas, la ausencia de color y el granulado que el fotógrafo escogió especialmente para dar una apariencia parecida a la que otorgan las cámaras instantáneas, hablan de un momento tan fugaz como la noche en donde la sensualidad y el placer se mezclan para darle rostro a un París que pocos imaginaron que existía.