16 desnudos que muestran la belleza de las mujeres en sus momentos más repulsivos

16 desnudos que muestran la belleza de las mujeres en sus momentos más repulsivos

16 desnudos que muestran la belleza de las mujeres en sus momentos más repulsivos

Acostumbrados a pensar y ver absolutamente todo desde una perspectiva morbosa y pervertida, nos hemos olvidado de que la intimidad pocas veces es tan agraciada como toda la gente piensa. Desde hace siglos la desnudez —parcial o total— no significó otra cosa que no fuera algo sexual. A finales del siglo XIX era común encontrarse con pequeños grabados o ilustraciones donde el cuerpo femenino aparecía desnudo, estas pequeñas estampas eran distribuidas de manera clandestina en bares o esquinas de las ciudades más concurridas llegando a convertirse en artículos de colección sumamente valiosos entre sus muchos admiradores.


Sin embargo, es necesario que pensemos un poco en lo cotidiano de la desnudez, más allá de la sexualidad o el deseo, un cuerpo desnudo es lo menos extraño que existe. Lo vemos en todos lados a cualquier hora, basta con pararse una mañana frente al espejo para enfrentarte con una imagen a veces decadente de lo que nos dejó el día anterior; moretones, ojeras o dolores de estómago. Absolutamente todo a lo que se enfrenta el ser humano en su vida diaria deja huella en el cuerpo y éste a veces lo manifiesta de la peor manera.



Tomando en cuenta el hecho de que para muchas persona en el desnudo se encuentra la clave de lo sensual, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que excitar o emocionar a estas personas no es nada fácil. Simplemente hay que enfrentarlos con el día a día de una mujer para que se percate de que todo en ella es belleza y que no necesita realizar poses exageradamente sugerentes o intrépidas para demostrar que dentro de ella la sensualidad es una entidad que vive y camina libremente.



Por medio de imágenes, el fotógrafo francés Ismaël Desna nos encara con esa realidad a la que se enfrenta la figura femenina todos los días. Aquella que lo mismo puede ser frágil y bella a una estampa de lo visceral que es la existencia. En medio de una búsqueda estética, ignoramos todo lo que ocurre en el preludio a “la toma perfecta”, ese instante que no podemos llamar tiempo muerto sino la vida real. En cada una de estas tomas el cuerpo existe de diferentes maneras y se expresa desde enfoques totalmente distantes entre sí.



Desde una mirada provocativa hasta un movimiento inesperado, este fotógrafo busca el momento preciso donde el cuerpo se muestra más vulnerable y sincero. Entonces la magia ocurre y todo lo repulsiva o grotesca que puede ser la taza del baño se convierte en la posibilidad perfecta para que nazca desde lo más hondo de nuestra sensibilidad toda la perfección y la belleza que buscamos en imágenes y poses fingidas.



Si algo podemos aprender del trabajo de Ismaël Desna es que la belleza no se encuentra en lo artificial, sino que se rescata —cual si fueran diamantes en bruto— de los rincones más oscuros de nuestras vidas, aquellos que por desagradables no nos atrevemos a ver con el mismo afán y apego con el que miramos porno o fantaseamos con un ideal prácticamente inexistente. La belleza no se busca, nos encuentra, y aunque nos cueste trabajo creerlo, no siempre va a gustarnos la manera en que se presenta.

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