Los momentos más incómodos y asquerosos de una pareja enamorada en 12 fotografías

Los momentos más incómodos y asquerosos de una pareja enamorada en 12 fotografías

Los momentos más incómodos y asquerosos de una pareja enamorada en 12 fotografías

I am así. A veces triste, a veces feliz. Con pelos en las axilas. Quizás en otros lados que no agraden del todo a la vista. Hay várices en mis piernas. En las mañanas tengo mal aliento. Como cualquier otra persona produzco gases y sonidos extraños con mi cuerpo. Sometimes estoy a full de lágrimas. En otras ocasiones soy la persona más doubtful e insegura del mundo. Las culturas que me atraviesan me complejizan. Soy de esos seres humanos a quien más le vale un fuck it que un take it easy. Encuentro la calma, de hecho, en lugares que nadie consideraría apacibles. En fin, no hay manera de hallar pista alguna y unívoca que dé razón de todo lo que soy.

Y en ese mismo sentido se funde la obra de Katie Swietlik. Un ongoing fotográfico que intenta dar cuenta sobre todo lo que conforma a una persona tanto en lo inmanente como en lo trascendental, en un sentido intelectual y otro cultural o emocional, llamado justamente I am así. Al respecto, la artista dice: «Si mal no recuerdo, tenía diez años cuando anuncié con orgullo a mis amigos que era mexicana. Ésta no era una mentira blanca que esperaba que nadie entendiera; mi joven ser quemado por el sol y de rubia cabellera genuinamente creía tener algo de sangre mexicana. Había algo de lógica detrás de mis tonterías. Mis abuelos paternos habían vivido en la Ciudad de México durante unos años, mucho antes de que yo naciera, y tuvimos varias piezas artesanales mexicanas en nuestro hogar provenientes de su tiempo allí. Durante la temporada de vacaciones, a veces ayudaba a nuestros vecinos a preparar tamales, y cuando era bebé, mi primer bocado de comida sólida había sido una tortilla. Mexicana, ¿verdad?».

Y en esa edificación personal permeada por distintas culturas y un crecimiento caracterizado por el desafío hacia las identidades absolutas y rígidas, Katie lleva viviendo más de siete años en México ejercitando un ser y un pensamiento que no necesariamente es mexicano –ahora es consciente de ello–, pero tampoco es precisamente norteamericano. Es el de un humano que da la casualidad de ser también mujer, fotógrafa y otras peculiaridades.

De entre todo su trabajo, por ejemplo, resalta una imagen en la que ella aparece besando a su pareja. La captura de un instante romántico, íntimo, en que ella dirige sus labios hacia el hombre que ama, y él dirige su mirada directamente a la lente. Una toma en cierta hostilidad y ternura se entremezclan para generarnos una mirada de la mirada. Una presentación de suceso que desencadena incomodidad, pero ¿incomodidad de qué?

¿Es acaso la demostración afectiva lo que nos causa escozor? ¿Es la unión entre dos personas que no consideraríamos juntas por cuestiones raciales? ¿Es la penetrante mirada de uno de sus personajes hacia nosotros como espectadores? De esta manera, el trabajo de Swietlik se transforma en, sí, estudios visuales de las expectativas de representación sobre una persona en cultura, pero también en los de una mujer y de lo que se da en una relación.

Dice la artista: «Siendo una mujer en cualquiera de estas culturas (mexicana o norteamericana), o en alguna fusión de enfoque suave de ambas, uno se encuentra con expectativas sociales específicas de lo que deberíamos ser. Y quiero ser opuesta a estos ideales femeninos, provenientes de ambos lados de la frontera, pero al mismo tiempo quiero interpretar a esa mujer perfecta». Acciones que dirigen su fotografía hacia lugares que no sólo hablan sobre la mixtura cultural que propone en un inicio, sino hacia todo eso que se comparte en la intimidad y en la autoaceptación del cuerpo.

Una nariz aproximándose a la axila del otro, un par de piernas femeninas llenas de vello, un análisis meticuloso de todas las várices en una extremidad, olores propios y provenientes de sitios inusitados. Todas esas situaciones que en un día cualquiera consideraríamos incómodas, incluso asquerosas, son también otra lectura que se le pueden dar a las imágenes de Swietlik. En ellas se posibilita un I am así que parta del encuentro entre dos perspectivas del mundo, así como un I am así que brinca en y desde la comodidad y los respiros cotidianos de una relación afectiva.






Esa sinceridad se transforma —dentro de la producción fotográfica de Katie Swietlik— en algo más que los registros de una mujer que se reconoce atravesada por varias tradiciones simultáneas; se da como una carpeta de ilustraciones para ese vínculo y complicidad generados con el ser amado. Para ese camino de labrada franqueza en pareja que se obtiene con el tiempo, con la (auto)confianza y el (auto)reconocimiento.

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Todas las fotografías pertenecen a la artista y las puedes ver en su página oficial.

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