«A Irán y Rusia. Pregunto: ¿qué tipo de nación quiere estar asociada con el asesinato en masa de hombres, mujeres y niños inocentes?» Fueron algunas de las palabras que pronunció el Presidente Donald Trump previo a su ataque “preventivo” en contra del gobierno de Siria. Sus bases fueron las sospechas de que el régimen de Bashar al-Assad usó armas químicas en contra de sus ciudadanos para controlar a las fuerzas rebeldes que han mantenido a esa nación del oeste de Asia en un Guerra Civil desde hace siete años.
De acuerdo con distintas fuentes, el ataque fue llevado a cabo de forma exitosa y se realizó en contra de los blancos establecidos, lo cual, según el gobierno norteamericano, no ponía en riesgo la vida de inocentes.
Sin embargo, es justo preguntar: pero ¿qué sucedería si el ataque despierta aún más tensiones, generando un bombardeo a escala mundial entre distintas naciones? Estados Unidos —junto con Francia y el Reino Unido— inmediatamente se convertirían en responsables del genocidio de inocentes. De millones de personas que sólo quieren una vida normal y que nunca estuvieron involucrados en ningún tipo de política.
Desde 2011, influenciados por las revoluciones de Irán, distintas organizaciones comenzaron a declarar propios algunos territorios de Siria, con el propósito de derrocar el régimen de Al-Assad —entre los que se encontraba el Estado Islámico, ISIS—. Su surgimiento fue seguido de constantes enfrentamientos armados que se convirtieron en una guerra civil, haciendo de Siria la nación más violenta en el mundo entero. Casi 500 mil personas de los 17 millones de habitantes han fallecido como consecuencia.
Cabe destacar que previo a ese año, desde 1963 —que fue cuando que se estableció esa nación, independizándose de los Emiratos Árabes Unidos— los ciudadanos prácticamente no han gozado de derechos constitucionales, y desde 1971 fue manejada como una dictadura por el padre del actual regente, Hafez al-Assad, por lo que gran parte de las organizaciones que buscan la liberación de Siria son de ideologías liberales que pretenden abrir la nación hacia el comercio mundial influenciado por Estados Unidos y el Reino Unido.
Poco después de que comenzó la guerra civil, distintos detractores del gobierno de al-Assad han testificado sobre los horrores que el gobierno ha realizado para luchar contra las fuerzas rebeldes, lo cual impulsó el involucramiento de otras naciones. Estados Unidos se convirtió en aliado de los rebeldes, mientras que Rusia apoya al régimen.
A pesar de que existen bandos y que estemos acostumbrados a ver a algunas naciones como “las buenas y malas”, de acuerdo con la ONU, todos los partidarios de esa guerra han cometido distintos tipos de atrocidades en contra de inocentes, sólo por tratar de mantener control sobre distintos territorios. Claro, Estados Unidos aparenta querer liberar a la nación y evitar el derramamiento de sangre, pero en realidad tiene intereses ocultos que tienen que ver con establecer un gobierno liberal que vaya acorde a los intereses económicos de la unión americana y su posible involucramiento en el mercado global. Rusia, adoptando el rostro de hombre malo, busca lo mismo y asegurar control en un área de Asia que no tiene dominada.
Basta con ver unas cuantas fotografías de la guerra civil para entender la magnitud y la gravedad de los efectos que tiene en los ciudadanos. Los niños mueren en la calle, hay decenas de imágenes de hombres y mujeres sosteniendo a un familiar en los brazos, gente torturada por el gobierno o los rebeldes, miedo en la mirada de las mujeres, ya que hay una constante incertidumbre de si vivirán el día siguiente. No pueden escapar puesto que al-Assad impide la migración de los ciudadanos y los inmigrantes de otras naciones en guerra sólo pasaron de vivir un horror a otro.
Al-Assad sólo busca mantener el poder sin importar los extremos a los que tenga que llegar y los rebeldes atacan desesperadamente ya que no saben cómo actuar —y probablemente también tengan otros motivos ocultos—. La participación de Estados Unidos y Rusia sólo hará que el problema empeore y que se extienda quizás a escala mundial. El horror que se vive en Siria parece estar frente a nosotros como una advertencia de lo que podría suceder, pero también es un recordatorio de que tal vez nunca exista la paz y que los horrores de la guerra no terminarán.