El marco legal en el que vivimos parece absurdo. No, permítame replantear mi comentario: siempre ha sido absurdo. Cómo olvidar esas lecciones de primaria en la que aprendimos que durante el gobierno de Antonio López de Santa Anna se decretó un impuesto a las ventanas, a las puertas e incluso a las mascotas. La mayoría piensa que el que sea ilegal que un automóvil en perfecto estado no circule (aunque sólo sea un día) es una estupidez y eso nos recuerda con tristeza que la tenencia iba a ser temporal, eso fue declarado en los años 60 y hoy México es el único país con tan extraño impuesto.
La humanidad se ha sometido a las leyes de los que gobiernan por “el bien común”. La mayor parte del tiempo estamos de acuerdo a lo que es legal e ilegal, después de todo, un asesinato, un robo o una estafa no deben permanecer impunes, pero también está la otra cara de la moneda: esas leyes que prohíben ciertas cosas que parecen no tener sentido. En México, país surrealista por excelencia, lo legal y la ilegalidad permanecen en un extraño limbo, pero Estados Unidos, potencia mundial y motor de gran parte del planeta, es mucho más estricto en cuanto a lo que está prohibido y permitido.
Olivia Locher es una fotógrafa estadounidense que se ha dado a la tarea de representar de una colorida forma la ilegalidad de su país. Un país nacido a partir de la inmigración es tan diverso como extraño, por lo que cada estado tiene sus propias leyes, las cuales buscan priorizar por los intereses de sus peculiares ciudadanos. Ellos han sido víctima de las decisiones del Congreso que define ilegal cosas tan absurdas como risibles.
Seguramente nadie pagará consecuencias como el confinamiento o alguna multa si hoy cometen estos actos de vandalismo, deshonestidad y rebeldía, pero es interesante conocer algunas de las leyes que han sido creadas y aún más, imaginar cuál fue el motivo por el que se llegó a declarar algo tan absurdo como ilegal.
Por medio de fotografías llenas de color, la artista retrata lo que es ilegal y al mismo tiempo, rompe la ley. Claro que ella reside en Nueva York y cada fotografía muestra la ilegalidad de una ciudad o estado específico, pero podemos suponer el escándalo que provocaría en la localidad en la que ese acto en específico fue prohibido.
Leyes absurdas que despiertan nuestro espíritu rebelde por la incongruencia de su ilegalidad. Desde un violín en una bolsa hasta una casa llena de consoladores, nada parece tener un sentido ilegal que pueda demostrar el daño a una persona, pero en algún momento algo debió suceder para llegar a esa resolución.
Improbables escenarios que todos querríamos recrear para demostrar que no hay nada de malo en nadar con una bicicleta dentro de una piscina o que llevar un helado en el bolsillo trasero es tan natural como llevarlo en el delantero. Romper las reglas es algo que debemos hacer, mucho más al ser jóvenes, pero la diversión a costa de sentir la adrenalina de lo ilegal nunca es bueno, aunque tal vez en este caso se puede hacer una excepción.
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Fuente:
Olivia Locher