Hasta ahora no hemos encontrado en ningún medio a otras personas más en contra de la legalización global de la marihuana que los fanáticos religiosos. Desde clérigos hasta los fieles, todos ellos consideran que quien consume hierba está atentado en contra de la voluntad de Dios que —curiosamente y siguiendo nada más que los textos bíblicos— fue quien puso esta planta sobre la tierra. Furiosos, estos individuos dirán que es una creación del Diablo, pero hasta ellos saben que a él no se le permitió crear ni el guijarro más pequeño del suelo.
No importa quien fuera su creador, el tema es que su uso medicinal o recreativo sigue siendo un problema que fácilmente podría remediarse sin darle tantas vueltas en los congresos —que bien podrían estar tratando asuntos realmente importantes por decirlo de algún modo, un poco más complicados—. Sin embargo, el problema no es sólo de la ley, a ésta también se suman personas que —en un intento desesperado por cuidar la moral y las buenas costumbres de toda una nación— se olvidan que hay religiones que ven en el cannabis una forma de alcanzar la elevación necesaria para, quizá, poder ver a su dios a la cara.
Más allá de cualquier ideología o postura alrededor de esta planta, la verdad se esconde en sus beneficios para el cuerpo, mismos que afortunadamente han sido conservados y custodiados por una especie de guardianes místicos totalmente conscientes de las ventajas de la marihuana. Uno de estos veladores de la hierba es Christine Meeusen quien antes de ser conocida bajo el nombre de Hermana Kate no era más que un miembro activo del movimiento Occupy Wall Street.
«A la gente no le importaba que yo fuera una monja falsa. Simplemente venían a mí con sus problemas y me pedían que encendiera una vela, dijera una oración o los conectara para ayudar».
— Hermana Kate
El primer contacto de Christine con el que sería su nuevo estilo de vida ocurrió alrededor de 2011 en una protesta en California, a la que acudió vestida de monja como una especie de protesta que le pareció divertida. A partir de ahí su activismo tomaría un nuevo giro, seguiría apoyando al Occupy; pero el verdadero camino de la Hermana Kate estaría dirigido hacia la salvación del alma y el cuerpo a través de la marihuana. Ese incómodo regalo de Dios. Junto a su aprendiz, Darcy Johnson de 24 años, fundó Sisters of the Valley, una pequeña empresa dedicada a producir productos medicinales a base de cannabis.
La mariguana cultivada y cosechada siguiendo los ciclos lunares, es una variedad conocida como harlequin que contiene un generoso contenido de CDB, una sustancia hermanada con THC, pero sin los efectos psicoactivos de éste. De acuerdo con algunas investigaciones, esta sustancia podría traer beneficios medicinales a quienes la consumen, de modo que desde las santificadas manos de estas hermanas llega hasta un montón de gente —en forma de pomadas, jaleas y una serie de productos variados— la bendición del mismísimo Dios en la Tierra.
Fue la cámara del fotógrafo Mark Mahaney la encargada de retratar esta nueva forma de santificar el día y comenzar siempre con una sonrisa. Si la forma en que estas monjas-snoop-dogg no logran convencernos de que no hay nada de malo en la hierba es posible que ni siquiera el mismísimo Cristo con dreadlocks nos haga cambiar de opinión…
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Para conocer más acerca del trabajo de Mark Mahaney puedes visitar su sitio web y seguir su cuenta de Instagram.