Un grupo de pacientes aprieta los dientes y jala su cabello hasta arrancarlo, otro par llora desconsolado en su silla de ruedas y unos más yacen tirados en el suelo con la mirada perdida. Su ropa es la de un mendigo y deja ver los huesos que sobresalen en su mínima musculatura y grasa. Al fondo, debajo una base de metal y un colchón roído duerme un paciente con esquizofrenia y depresión crónica sobre el piso. El hospital no tiene la medicina necesaria para que se sienta mejor.
Lo único más triste que un hospital psiquiátrico es un hospital psiquiátrico sin los recursos suficientes para su funcionamiento.
En estos lugares los servicios escasean a cada instante: el agua corriente es intermitente y suele estar disponible únicamente a determinadas horas, mientras que los productos de higiene personal como cepillos y pasta de dientes, jabón o shampoo son administrados a cuentagotas. Según el reportaje de The New York Times, la mayoría de los pacientes sólo se lavan con agua.
El desabasto de medicina es evidente. Muchos de los enfermos no son tratados con las dosis que deberían y sobreviven únicamente con el mejor esfuerzo humano de los doctores, pero no es suficiente. Los médicos deben decidir a diario quiénes serán los pacientes que recibirán las pocas dosis de medicamentos que poseen, según su gravedad y peligrosidad. Los episodios traumáticos, las peleas y el llanto son parte del día a día en estas instituciones, que lucen tan antiguas como insalubres.
La cuota para alimentar a los pacientes es insuficiente. Las raciones se reparten en proporciones minúsculas para asegurar tres comidas al día, pero la mayoría de los internados se encuentra con menos peso del que debería.
Los doctores y enfermeros miran avergonzados la calidad de vida de sus pacientes. Algunos aún exigen al Ministerio de Salud el mínimo de materiales básicos para realizar su trabajo dignamente, pero la mayoría cree que no habrá solución a corto plazo. Muchos de los médicos y el personal que labora en hospitales psiquiátricos dedica su tiempo libre a buscar ayuda por otra parte, a través de donaciones voluntarias de comida, medicinas y otros materiales básicos.
Los periodistas recorrieron 6 hospitales psiquiátricos en Venezuela y las historias coinciden en las paupérrimas condiciones de los pacientes, resultado directo de una crisis política y económica que arrastra al país a una situación más que apremiante. En estos hospitales la promesa de dignidad aún no ha llegado, ni para los profesionales de la salud que miran cómo se esfuma su deseo de ayudar a las personas ni para los pacientes, cuya vida se consume lenta y dolorosamente sin el tratamiento adecuado.
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Conoce más sobre el trabajo fotoperiodístico de Meridith Kohut en su sitio oficial.
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