Sentir que ese cuerpo no es el tuyo, darte cuenta de que todo este tiempo has estado recibiendo críticas y comentarios acerca de una persona que definitivamente no eres tú, probablemente sea el peor sentimiento que pueda experimentar una persona. El ser humano, como un individuo social, se ve invadido por la necesidad constante de acercarse a una comunidad en la que pueda sentirse completamente seguro y aceptado; no obstante, cuando él mismo es quien empieza a excluirse de su propio mundo, buscar una salida que asegure por lo menos un poco de felicidad se convierte en un asunto de vida o muerte.
La discriminación, en ese sentido, surge desde distintos niveles. Desde niños aprendemos a apartar a los otros y es que, queramos o no, esa es la horrible forma en la que ─hablando desde el contexto mexicano─ hemos sido educados desde tiempos ancestrales. Es la instrucción que tuvieron nuestros abuelos, padres y nosotros, quizá en menor medida, pero continuamos desconfiando, tanto como para apartarlos de nosotros en lugar de comprender su contexto o cuán difícil puede ser su vida siendo constantemente apartados por todo el mundo.
Desde afuera, el mundo critica a personalidades como Caitlyn Marie Jenner, Conchita Wurst, Andreja Pejic y las hermanas Wachowski por haber decidido sobre su propio cuerpo ¿Pero en serio son necesarias esta clase de agresiones ante algo que parece tan obvio? Todas y cada una de estas personas no hicieron otra cosa más que responder a un instinto de supervivencia que está dentro de todos nosotros, tan primitivo que ni siquiera lo notamos. Respondiendo a una especie de instinto que viene implícito en su ADN, una persona debe sentirse parte de un clan en el que pueda sentirse protegido en todo momento; pero aun antes de todo eso, debe aceptarse a sí mismo, o al menos sentir que su persona es compatible con los otros miembros de esa manada. Por ello la transición de estas personas se vuelve algo necesaria y totalmente irreprochable.
A veces parece que todo esto de las transiciones en cuanto al cuerpo es un asunto que viene en la edad adulta, justo cuando una persona, sin importar su identidad, se percata de que ha vivido mucho tiempo encarcelado dentro de sí mismo, aunque esa es sólo la realidad de un porcentaje, si no bajo, al menos sí limitado. De hecho muchos son los niños que desde una edad temprana se percatan de esa discordancia entre su identidad y el cuerpo en el que se encuentran.
Ya se ven venir los lectores escrupulosos y defensores de las buenas costumbres, esos que comenzarán a maldecir con una serie de palabras prejuiciosas sólo por sentirse superiores al resto. A todos ellos prefiero pedirles que se vayan, porque los niños y niñas que aparecen como parte del proyecto Trascending self no necesitan de ningún juicio infundado o de las costumbres de alguien a quien probablemente nunca van a encarar. Las fotografías que conforman este compilado se presentan como una declaración hacia sí mismos, cada uno de ellos tiene una historia digna de contarse, pues si algo debe de causarnos admiración es que desde los 2 a los 20 años comienzan a exigir los derechos sobre sí mismos, conscientes de que no van a ser felices de otra manera que no sea la suya.
Historias como las de JJ, Lilly, Charlie, Sky Noah y muchos otros chicos más, nos dan la posibilidad de acercarnos a sus vidas, aquéllas que durante años nos hemos dedicado a ignorar, ya por comodidad o simplemente porque no hemos podido aceptar esa realidad que nos rodea y que, cegados por una falsa educación, simplemente preferimos no observar. Ante todo esto, sólo queda preguntarnos por qué, si es que ellos son felices ejerciendo su libertad, mucha gente continúa tratándolos como un algo aparte.
Sin duda es una lucha que nos va a costar trabajo ganar, pero por su bien ─e incluso por el nuestro─ debemos mantener la esperanza y continuar peleando para que un día, ahora sí, podamos dejar de decir que todo ese miedo y esa estupidez que vive en nuestro inconsciente es parte de un sistema educativo del que por nada en el mundo debemos sentirnos ni un poco orgullosos.