“Pero yo no le vi la cara, sólo su sombra que atravesaba el local. Una sombra sin metáforas, vacía de imágenes, una sombra que solo era una sombra y que con eso tenía más que suficiente”. Roberto Bolaño
Al fotógrafo mexicano Noel Higareda le interesa recrear la nostalgia que le provocó leer “Los detectives salvajes” de Roberto Bolaño. Por eso, más allá del reflejo de una voluntad por mostrar a través de un retrato una emoción o un sentimiento, en sus fotografías se leen identidades diversas caracterizadas por la exaltación de la juventud bajo un seductor halo de libertad y misterio.
Ante la mirada de Noel, la belleza se revela en cualquier situación o experiencia que provoque en ti un placer sensorial, o intelectual, independientemente de la intensidad con la cual se experimente. Desde la sensualidad de unos párpados entreabiertos, hasta perderse entre la luz amarillenta de un atardecer en los campos de trigo o caminar a la orilla del mar permitiendo que la marea nos alcance poco a poco como lo harían los protagonistas de una película de Terrence Malick.
La improvisación es básica para Higareda, quien traduce la influencia del naturalismo de Malick en el cine al lenguaje fotográfico dotando al cuerpo de un significado como contenedor de nuestra esencia; concepción que le permite sobreponerse a la apariencia y plasmar a la mujer en su estado natural, en una estética de lo femenino que retrata el instante en el cual las modelos desnudan su interior ante la cámara. Esa es la intención que se visualiza en el carácter cotidiano y libre de las mujeres que retrata.
“Puedes conquistar a una chica con un poema, pero no puedes retenerla con un poema. Ni siquiera con un movimiento de poesía”. Roberto Bolaño
Esa juventud salvaje y liberal que se disfruta en la literatura de Bolaño es la misma que se manifiesta en los retratos de Noel Higareda: mujeres sin ataduras, bellas por la libertad con la que se entregan a los placeres cotidianos donde reside la poética de la sexualidad femenina. Sus imágenes capturan la juventud como una consciencia de la existencia efímera, las mujeres que retrata viven entre los matices de la cotidianidad y se reconocen a sí mismas como versos, poemas, musas y creadoras.
La fotografía de moda en la producción de Noel Higareda funciona como un medio para reconocer los diferentes “tipos” de belleza sin estereotipos ni ideales rígidos. Como lo hizo Juergen Teller al rebelarse contra la belleza inalcanzable y los cuerpos perfectos para darle protagonismo a los rostros sin maquillaje y a las “imperfecciones” de la piel cargadas de poesía como las cicatrices, las pecas y las arrugas; la luz natural de Higareda persigue la belleza natural en un retrato crudo de la autenticidad y la capacidad de ser bella en distintas e inagotables maneras.
“En realidad no queremos conseguir aquello que creemos querer”. Slavoj Žižek
Esa es la frase que atraviesa el pensamiento de Noel Higareda al tomar la cámara en busca de la espontaneidad, aquél instante preciso en el que se congela el movimiento y se captura una actitud que contenga la personalidad del ser retratado por la cámara.
Así se encuentra con el famoso instante en el cual el fotógrafo se convierte en un testigo para captar con sinceridad y desnudar el alma de la mujer en un encuentro íntimo a través de los pliegues de la ropa o de las texturas de la piel, en un acto de complicidad que se devela en las miradas fuertes que nos convencen de que existe algo más detrás de los rostros que observamos, de que hay algo auténtico: la belleza.
Conoce más de sus fotografías en su cuenta de Instagram: @noelhigareda
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Uno de los paradigmas e intereses de la fotografía contemporánea es el retrato femenino como metáfora, ya sea para retratar la verdadera esencia de la belleza femenina como las fotografías de Jasa Melendez o capturar la poética de la sexualidad femenina como las imágenes de Paola Patricia López.