Un día, vives tu niñez como cualquier otro niño, juegas, ríes, le muestras al mundo lo hermoso que es ser pequeño y todos se emocionan con tu presencia porque alumbras a los desamparados, a los que tienen una vida tan intensa desde hace años que se han olvidado de disfrutar. Pero sin querer, sin que en realidad sepas cómo, de pronto tu mundo cambia por completo. No hiciste nada malo, ni siquiera hiciste algo, simplemente la biología lo marcó así, aseguró que a los 11 años tenías que cambiar todo para poder traer a la vida a nuevos humanos.
Sin querer ni saber cómo lidiar con el problema, encontraste una pequeña mancha roja en tus calzoncillos, una marca distintiva para muchos en la pubertad, el contraste que te permite saber que ya no eres una niña. Corres, preguntas a todos de qué se trata, pero nadie desea hablar del asunto, huyen, te miran con espanto y asombro, y al final, estás más perdida que al principio.
Los míticos tabúes impactan tu vida y como alguien sin rumbo, te das cuenta de que los has perdido todo.
Corres a tu casa a llorar, porque ese lugar es tu único refugio. Tu madre, la que por tantos años te cuidó, te pregunta qué pasa, pero basta con decirle que una mancha roja apareció debajo tuyo para que todo cambie. Su rostro de apoyo se convierte en uno de desesperación, te pide que te levantes, que salgas de la habitación, que lo dejes todo y huyas… comienza a llorar y tú con ella. No entiendes qué pasa. De pronto llega tu padre y todo cambia. Tu madre sabe que ha perdido la batalla, sabe que sufrirás lo mismo que ella y que todas las niñas que crecieron en tu pueblo.
Ese hombre que antes parecía amable, toma tu brazo con fuerza y te saca de tu hogar, enojado te dice que no puedes permanecer adentro, porque ahora tu responsabilidad femenina es comer alejada del resto: estás menstruando. Era un secreto a voces que eso pasaría. No esperabas que llegara tan rápido pero apareció, ya nada te pertenece y tú no le perteneces a nadie. Aquel lugar donde te bañabas ahora está prohibido, no sabes cómo pero has desaparecido, ya no vales, pero la opinión del resto sí.
Los míticos tabúes impactan tu vida y como alguien sin rumbo, te das cuenta de que los has perdido todo.
En Sindhuli, un poblado a 130 kilómetros de Katmandú, Nepal, todas las niñas deben pasar por eso: dejar todas sus pertenencias, lo que más quieren en la vida y simplemente hacerse a un lado debido a todos los tabúes que existen alrededor de la
menstruación*.
*La menstruación es vista desde diferentes perspectivas. Algunos de nuestros antepasados creían que se trataba de un periodo sagrado, mientras que para otros era la fuente de energía de la mujer. Para los antisemitas del medievo se trataba de la enfermedad femenina, por ejemplo. Si quieres saber más sobre las extrañas visiones de este periodo, da click aquí.
Un grupo de niñas fotografiaron su experiencia para documentar las restricciones que les imponen durante sus periodos y así lograr romper los tabúes y mejorar la higiene de los lugares destinados a las mujeres. Cada mes las niñas son separadas de sus familias, les prohiben ver el sol, tocar frutas y flores e incluso estar en sus hogares. Se les considera impuras o contaminadas y deben aislarse como nadie lo imaginaba hasta ahora.
Esta tradición conocida como
Chaupadi
Pratha se practica con devoción en las comunidades del oeste del país, por aquellas sociedades hindúes que todavía sienten arraigo emocional por todo lo que ocurre. Todas las niñas que pasan por su periodo son excluidas de 6 a 10 días. Si tocan algo, esas pertenencias traerán mala suerte y enfermedad.
Podrían arruinar las cosechas de frutas y verduras y como si se tratara de un poder sobrenatural, echar a perder la carne del ganado. En lugar de eso, se alimentan de arroz, sal y comida seca.
“Cuando tuve mi primer periodo, me quedé en la casa de alguien más. No tenía permitido ir a la escuela y ni siquiera podía leer un libro. Muchos creen que no debemos estudiar durante la menstruación”.
Según la Suprema Corte de Nepal*, en 2005 se prohibió esta práctica; sin embargo, aún es común en las comunidades rurales. En este compendio de fotografías realizado por Water Aid, muchas niñas recibieron una cámara para retratar sus experiencias en un país en el que el 58% son analfabetas.
*Nepal es un país de contrastes, cuando fue el sismo del 24 de abril el año pasado, las personas ayudaban con premura para resolver la problemática. El proyecto “Nepal photo project” lo documentó. Visita nuestro artículo: Documentando las heridas tras el sismo.
“Esta es mi cocina. En esta foto mi madre y mi hermano están sentados disfrutando la cena. Durante mi periodo tengo que comer separada, a veces en una alfombra y otras en el suelo. Me siento muy triste. En otras ocasiones, yo y mi hermano somos tratados iguales. Así que, ¿por qué soy discriminada durante mi ciclo menstrual?”.
–
“Esta es mi madre y mi hermana. Mi madre alimenta a mi hermana con mucho amor, también me ama, pero durante mi menstruación me mantienen alejada de ellas y tengo que comer lejos, en un lugar en el que nadie me toca y eso me hace sentir poco amada. Necesitamos mucho amor y apoyo durante ese periodo pero yo soy separada y tratada como intocable. No siento amor de mi madre y padre y me siento odiada. Estoy triste de ser tratada así”. Bandana Khadka, 15 años.
–
“En esta foto mi mamá está cortando papaya. En nuestra comunidad es una creencia que durante la menstruación no puedes comer papaya pero yo la amo. No sólo papaya sino que tampoco el árbol de la papaya”. Sabina Gautam, 15 años.
“No siento amor de mi madre y padre y me siento odiada. Estoy triste de ser tratada así”.
“Estos son mis hermanos Pujan, Bimal y Uttam. En el primero de mis periodos me llevaron a la casa de una amiga. Me dijeron que no podía ver a los hombres de mi familia. No creo que haga una diferencia si toco a mis hermanos. Espero que mis hermanas no pasen por lo mismo”. Sabina Gautam, 15 años.
–
“Fui a colectar pasto y leña la primera vez que menstrué. Nunca antes había sabido que durante la menstruación se sangraba, así que cuando comencé a sangrar estaba muy asustada y tenía miedo. No había nadie que me ayudara, no sabía cómo usar toallas y pasé mucho tiempo comprendiendo los cambios que me sucedían. Ahora intento ayudar a las niñas que pasan por lo mismo. Les digo que se concentren en la higiene y limpieza de sus cuerpos”. Rabina Budhathoki 15 años.
–
“Este es el sol que miro todos los días que me levanto. La fotografía muestra los montes y las colinas junto al hermoso sol que es visible desde mi hogar. Se siente muy bien despertar todos los días con la luz del sol. Cuando tuve mi primera menstruación no podía ver el sol directamente, pero a pesar de todo, continué viéndolo y nada me pasó. Un profesor nos habló de la importancia del sol en nuestros cuerpos y desde ese momento me di cuenta de que nadie debería ser encerrada en su cuarto durante la primera menstruación”. Bandana Khadka, 15 años.
–
“Este es el lugar donde lavo y limpio mis toallas sanitarias, en esta fotografía hay una pila de los que utilizo. Tomé la foto un poco antes de que comenzara a lavarlos. Durante nuestro periodo es muy embarazoso tener que lavarlos en un espacio público, buscamos esquinas solitarias para hacerlo”. Manishka Karki, 15 años.
–
“La foto de un espejo y un peine que uso en mi casa. En nuestra sociedad, cuando las niñas experimentan su primera menstruación no pueden ver los espejos o cepillarse el cabello. Yo y mi familia no seguimos la tradición, creo que los espejos y peines son símbolo de pureza”. Sushma Diyali, 15 años.
¿Cuándo se convirtió la menstruación en un tabú si desde la existencia humana hemos sabido que así funciona el cuerpo femenino? Para muchos, este periodo significa el paso de la niñez a la adolescencia, se convierte en un símbolo de crecimiento y por supuesto, de fertilidad. Nos transformamos en madres, pero también conllevamos la carga sígnica de ser mujeres, de tener que estar aisladas durante este periodo, de no disfrutar plenamente cada instante.
Y es que en realidad, todas las mujeres del mundo sufrimos este periodo del mes; algunas con intensos cólicos, desesperación al no poder controlar la fuerza que emana de nuestro interior y en ocasiones, hasta impotencia por no poder hacer cosas que realmente nos apasionan durante esos días, pero la mayoría nunca imaginamos vivir la prohibición casi total de aquello que nos gusta hacer.
Dignificar a esas niñas, darles un trato justo en ese momento, dejar de ver a la menstruación como algo impuro y comenzar a vivirlo como si se tratara de un ciclo normal, es lo que todos deberíamos comenzar a hacer. Darle voz a esas niñas es el primer paso para darles un poco de dignidad y una verdadera calidad de vida. El silencio y el estigma se convierten en una constante en sus vidas, no sólo en este periodo, no tienen un lugar seguro, baños privados y muchas de ellas huyen de la escuela cuando alcanzan la adolescencia, a veces por idea de sus padres, pero otras tantas para no contraer infecciones.
–
En Nigeria, un grupo llamado Boko Haram atormenta a las niñas, las secuestra, viola y a veces incluso las casan con los miembros de la mencionada secta islamita, en “Retratos de las niñas que escaparon del terror y la muerte de Boko Haram” puedes conocer su historia. Si quieres un tema más ligero, podrías comenzar a considerar qué es lo que tienes que mandar al carajo cuando eres una mujer madura o bien, podrías ver las frases
de mujeres exitosas para conseguir tus sueños.