A pesar de que se trata de la ciudad con mayor calidad de vida de Nigeria, las condiciones en los barrios aledaños a los puertos de Lagos son paupérrimas. A unos cuantos metros de la frenética actividad comercial —concentrada en la descarga de barriles de petróleo y enormes contenedores—, el barrio de Badia concentra uno de los focos rojos de la ciudad, punto para la trata, la venta de drogas y otros negocios sucios.
Las calles de tierra rematadas con techos de lámina y madera dan cuenta de un panorama gris que se hace aún más decadente conforme avanza el día. Cuando cae la tarde al sur de la capital nigeriana, los débiles focos que cuelgan de algunas fachadas guían a turistas y locales en un mercado de sexo donde las siluetas semidesnudas se contonean puerta tras puerta en espera del mejor cliente.
Noche tras noche, las prostitutas de Badia conducen a sus clientes por un pequeño cuarto con paredes de madera, un sillón o una colchoneta para pasar un rato con ellas. Si tienen suerte, recibirán cinco visitas en una madrugada, suficiente para ganar poco más de 12 dólares diarios, considerando que el precio promedio por encuentro sexual es de dos dólares.
Estas mujeres son conocidas como Ángeles de la Muerte y fueron fotografiadas por Ton Koene, un laureado periodista gráfico independiente que viaja alrededor del mundo fotografiando escenarios posconflictos, situaciones de vulnerabilidad o de violación de derechos humanos. Koene se internó en el barrio de Badia para captar a las prostitutas de la zona más pobre de Lagos y además, poner en el ojo del huracán dos de los principales problemas de África: la epidemia de VIH y la situación de vulnerabilidad de las mujeres en el continente.
Más de un cuarto de las trabajadoras sexuales de Nigeria son seropositivas y carecen de atención médica. Aquí no existe la terapia antirretroviral —que hace del VIH una enfermedad crónica en los países desarrollados—, y los avances de más de tres décadas en investigación y campañas de prevención para vencer al virus parecen mínimos.
Las prostitutas se enfrentan a condiciones más que denigrantes de salud y dignidad humana. El negocio del sexo es altamente lucrativo y ante la cantidad de mujeres que se ven obligadas a vender su cuerpo para subsistir dadas las condiciones de miseria en que viven, el precio de sus servicios va a la baja, salvo una miserable excepción: las menores de edad.
En los callejones lodosos de Badia, decenas de mujeres en extremo jóvenes esperan clientes mientras imitan torpemente los movimientos de las mayores. Las chicas de catorce y doce años —que no conocen otra realidad más que la de la calle y la pobreza— son las que mejor se cotizan.
La mayoría de estas mujeres son víctimas de trata y llegan a Lagos desde la provincia de Nigeria o países aledaños en busca de mejores condiciones de vida, pero sólo encuentran un panorama sombrío y la dura realidad de ser mujeres, padecer una enfermedad que destruye su sistema inmune poco a poco y vivir en un país subdesarrollado lejos de los avances médicos en el tratamiento.
Conoce más sobre el trabajo de Ton Koene en su sitio oficial.
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Entérate sobre la alarmante situación de pobreza que enfrentan los países africanos a través del trabajo fotográfico de Brice Garcin en “15 fotografías de cómo es crecer en el continente más pobre del mundo”. Descubre la visión de Gideon Mendel y su serie documental sobre la epidemia de VIH en Mozambique luego de leer “Cómo viven los con VIH al sur de África en 9 fotografías”.