¿Trabajar para la vida o la muerte? Dicen que los ángeles no existen o son invisibles a nuestros ojos, muy al estilo de la película “Wings of Desire” de Wim Wenders. Yo no lo creo porque cada vez que sucede un accidente en la ciudad, escucho el canto de las sirenas anunciar su llegada. De un espacio recóndito aparecen paramédicos con grandes alas que intentan con todas sus energías mantener el palpitar de un corazón a punto de rendirse.
Son como seres divinos que aparecen en el momento exacto de una vida. Pero a veces, aunque tengan la bendición del Señor, la Muerte los reclama con tantas fuerzas que es imposible retener el último hálito de vida. En ese momento se convierten en los seres más desdichados por haber fracasado y se arrancan las alas para convertirse en aquellas personas que algún día cuidaron.
De entre todos los ángeles en el mundo existe uno que decidió dejar de trabajar en compañía de la muerte y se dedicó a enaltecer la vida, el amor y la amistad. Su nombre es Chris Porsz, un paramédico que disfrutaba caminar por las calles de Peterborough, Inglaterra para alejarse de la angustia que produce estar entre la luz y la oscuridad de la existencia.
En la década de los 80 se compró una cámara y comenzó a fotografíar a los amigos y vecinos de su ciudad natal. Se convirtió en un fotógrafo amateur de la dulce cotidianidad. Así pasó varios años, trabajando salvando vidas y retratando alegrías. Mucho tiempo después pensó en repetir sus mejores imágenes con los mismos protagonistas. El resultado es conmovedor.
Todo inició con la fotografía de un beso. En 1980 retrató a una pareja que se despedía en una estación del tren. Chris Porsz se preguntó qué habría sido de ellos. Se dedicó a buscarlos y descubrió con alegría que aún estaban juntos. Sus rostros habían cambiado por el paso del tiempo pero su amor permanecía intacto. Fue ahí cuando pidió a Tony y Sally Wilmot que regresaran a la estación para realizar la misma fotografía que tomó 40 años atrás.
Chris asegura que no es una tarea fácil. Se tardó siete años en buscar y reunir a las persona de sus viejas fotografías. Muchas personas fue imposible encontrarlas pero quienes siguieron en Peterborough aceptaron regresar al pasado a través de una foto. Este proyecto inició en 2009 y hoy puede ser visto en el libro ‘Reunions’.
El trabajo de Chris Porsz invita a la reflexión sobre lo que fuimos y lo que somos ahora, sobre la duración del amor y la amistad. Si existía la teoría que las relaciones humanas no pueden trascender en el tiempo, estas fotografías demuestran lo contrario. Cuando los sentimientos son genuinos no importa que pasen 1o, 20 o 30 años, el puente que une a los individuos seguirá intacto.
Los retratos individuales demuestran que la juventud nunca termina. El rostro cambia debido a las arrugas, el cuerpo está más cansado, pero la expresión de felicidad que nace del alma sigue inmaculada.
De esta forma Chris Porsz se convirtió en un ángel del tiempo. Su trabajo es transportar a personas directo a su juventud, ahí donde la rebeldía lo hacía vestirse de maneras atrevidas y amaban con intensidad. Si se les había olvidado que tenían la facultad de ser felices, las fotografías les recuerda –a todos– que nunca dejaremos de ser el niño tierno que reía al sentirse libre.
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