No lo esperábamos ni siquiera lo imaginábamos. Las personas que vivieron el sismo de 1985 nos lo contaban y no creíamos que viviríamos algo así. Jordi Soler, en su columna publicada en Milenio, menciona que él vivió ese primer sismo, aquél que les quitó una venda de los ojos y los hizo pensar y recapacitar sobre lo que vivían en aquellos años. Ese “reset” lo ayudó a reflexionar y a tomar acciones, ahora a nosotros, en el 2017, seguro nos pasará lo mismo.
Juan Villoro también nos conmovió con un texto en el Periódico Reforma, “El puño en alto”. Pudimos ver a cientos de mexicanos en los distintos puntos afectados, era para guardar silencio, sí, pero era también una señal de esperanza, de vida y en ese texto nos damos cuenta que tal y como lo decía el uruguayo Eduardo Galeano “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo”.
Las fotografías que retrataron los resultados del sismo ocurrido el 19 de septiembre nos hacen reflexionar y no, no son aquellas donde la tragedia y el dolor son capturadas, sino la esperanza, la solidaridad y la unión. Estas imágenes también las resalta Soler en su columna, ya que en Europa la imagen de México es muy diferente, ahora ha sido más clara que nunca: unión, apoyo y fuerza, así se ven los mexicanos y espero que se vean por mucho tiempo.
En estas capturas es posible predecir que la reconstrucción de la CDMX y del país está más cerca de lo que creemos si seguimos trabajando a este ritmo y sobre todo, si mantenemos la solidaridad con nuestros semejantes. En el ’85 nuestros padres y abuelos demostraron que no necesitaban un gobierno y ahora nosotros también lo tenemos claro, para salir adelante sólo nos necesitamos unos a otros.
El sismo ocurrió a las 13:14 y a las 13:16 la gente ya estaba ayudando a otros, organizando el tráfico, calmando a aquellos a quienes el pánico inundó sin control y otros prestaron sus celulares a quienes no tenían señal, todos ayudaban como podían. No faltó quien no pudo llegar en transporte a casa y un desconocido le dio ride y lo acercó lo más posible. Al pasar las horas, cientos de bicicletas propias y prestadas fueron el principal medio de transporte, pero no faltó quien utilizó su camioneta para transportar víveres, medicamentos y comida a quienes estaban afectados y se encontraban más lejos.
En unas cuantas horas, personal capacitado se unió a los cientos de voluntarios que decidieron colocarse guantes y cascos para buscar a aquellos que se encontraban desaparecidos.
El que pudo cargar, cargó, quien no, preparó tortas y comidas para aquellos que salían cansados y hambrientos. Algunos tomaron sus herramientas y llevaron la música, el humor, su conocimiento en un área determinada y ayudaron, todas las trincheras fueron cuartel para ayudar a otros.
Algunos utilizaron las redes para buscar a los desaparecidos y otros, decían a quienes ya habían encontrado.
Los millennials, aquella generación tachada de antipática demostró todo lo contrario, las escuelas pararon, muchos dejaron oficinas y salieron a ayudar sin importar, edad, clase social, gustos musicales o equipos de futbol.
El sismo del 19 de septiembre nos dejó una gran lección: unidos somos más fuertes y si pudimos levantar una ciudad, podemos hacerlo con el país entero, siempre y cuando ese esfuerzo y esas ganas se mantengan durante el resto de nuestra vida.
Fuerza CDMX, fuerza Oaxaca, Guerrero, Chiapas, EdoMex, Puebla, Morelos… Fuerza México.
Imágenes de:
Román Gómez @playadura
Alberto Alcocer @beco.mx
Jaime Ávila @elcualquiera
Víctor Ayala @victorayalaphoto
Liliana Estrada @liliestradamx