16 fotografías históricas que fueron publicidad y hoy son de culto queer

16 fotografías históricas que fueron publicidad y hoy son de culto queer

16 fotografías históricas que fueron publicidad y hoy son de culto queer

Cuando adolescentes, los deseos por aliviar nuestras pasiones se vuelven cada vez más urgentes.

Buscamos en cada rincón de nuestros hogares al menos una imagen que nos dé esperanza; una que hace vibrar nuestros pantalones y nos lleva a lugares dentro de nuestra imaginación, reservados exclusivamente para el momento dorado en el que la libido se hace presente en nuestras inquietas manos. Quienes corren con suerte, encuentran en los cajones de su hermano mayor alguna pieza de, al menos, soft porn que ayude a aligerar la carga que la pubertad trae consigo. Los menos dichosos, por otro lado, tienen que buscar en revistas o películas alguna señal de sensualidad que les auxilie con lo suyo; lo cierto es que, por pequeño que esto sea, siempre hay algo.

Siempre.


Pero, ¿qué pasa cuando no es así?, ¿podría alguien vivir con tal carga? Pensar en ello es ya una tortura en sí misma. Sin embargo, esta imagen era algo común entre los miembros de la comunidad LGBT+ de los años setenta y ochenta, en donde, a pesar de que la revolución sexual llevaba un gran avance, ésta sólo centraba su atención en las parejas heterosexuales, apartando por completo a la homosexualidad. Esta apertura a medias llevó a la comunidad a buscar, como un simple adolescente caliente, alternativas que pudieran aligerar el peso causado por una evidente necesidad de liberar esta energía.


Para fortuna de muchos, los setenta no fue sólo una década dorada para la sexualidad; sino también la de los catálogos de ropa… Para las tiendas, grandes o pequeñas, era más sencillo enviar a sus clientes potenciales pequeñas publicaciones en donde modelos lucían las prendas que estaban a la venta. Las había de todo: desde elegantes trajes, hasta lencería masculina que era usada por modelos de estéticos cuerpos bronceados y, por qué no, llenos de vello.



Aún cuando Playboy, entre sus páginas con mujeres desnudas, ofrecía estos mismos anuncios, el número de suscripciones a estos catálogos de lencería masculina se disparó por los cielos; no obstante, las tiendas continuaban teniendo el mismo número de ventas en cuanto a ropa. Debido a la estética que manejaban al retratar a sus modelos, la comunidad LGBT+ encontró el consuelo que necesitaba. Ahora podían ahorrarse la (muchas veces) bochornosa búsqueda de publicaciones que cumplieran con sus exigencias. Ahora esa sensualidad que necesitaban en sus vidas llegaba hasta sus buzones de la manera más discreta e inocente posible.



Dentro de la estética queer, estas publicaciones no sólo tienen una importancia ligada directamente a los placeres sexuales; en cada una de estas páginas también se encuentran retratados algunos estereotipos de la masculinidad exagerada que impera dentro de estos círculos. Bigotes poblados, figuras estilizadas y fuertes miradas, son algunos de los elementos que incentivaron el placer e iniciaron una serie de reflexiones y conversaciones en torno al cuerpo masculino. Estos debates se enfocan sobre todo a la manera en que se percibe su imagen, dándole un giro completo a aspectos que determinan el carácter agresivo y sacando de cada uno de ellos su lado más sensual.



Más allá de los prejuicios o la poca atención que recibió el público LGBT+ en cuanto a material erótico, estas revistas nos hablan de esa apertura que, en busca de una sexualidad mucho más libre, se continúa buscando desde hace más de cuarenta años.

Salir de la versión móvil