Antes de que las reformas modernizadoras emprendidas por el Shah Reza Pahlavi fueran derrocadas existió un Irán distinto en el que la calidez y el derroche tenían cabida. Muchos conciben al periodo del Sha Reza como una dictadura corrupta y bajo una fuerte influencia norteamericana, la cual engendró en el pueblo islámico un importante descontento social encauzado por el clero chiíta, la corriente principal del Islam. Pero mucho antes de que la brutal represión de las fuerzas policiacas, junto con largos meses de protestas, desencadenaran la huida del Shah, la economía y las oportunidades educativas se habían expandido bajo el mandato de Reza Pahlavi. Sin embargo, su intento por mantener un régimen pro-occidental en Irán fracasó. Y con la caída del Shah Reza llegó la victoria de Ayatollah Jomeini, quien regresó al país el 1 de febrero de 1979 después de su exilio francés.
Su retorno sólo significó una cosa: la proclamación de la República Islámica en la que también se instauró una Constitución que reflejaba los ideales del gobierno islámico. Inmediatamente se tomaron medidas fundamentalistas y se propagaron comités revolucionarios para patrullar las calles con el fin de obligar a los iraníes a cumplir los códigos de comportamiento y vestido. A partir de ese momento el nuevo régimen se encargó de borrar cualquier vestigio de influencia occidental. Pero no fue hasta el 4 de noviembre de 1979 que el sentimiento antiamericano se desbordó por completo cuando unos estudiantes islámicos asaltaron la embajada de Estados Unidos. Durante el ataque 52 norteamericanos fueron mantenidos como rehenes hasta 1980 y así el nuevo Irán islámico declaró la guerra contra dos superpotencias.
Los primeros años de ese gobierno revolucionario se caracterizaron por la represión brutal contra la oposición política. El estallido de la guerra con Irak en septiembre de 1980 dio pie a una verdadera tragedia para ambos pueblos y fortaleció aún más la dictadura de los clérigos chiítas. En 1988 la guerra terminó y la muerte de Jomeini en el 89 abrió una nueva etapa en la historia del Irán islámico.
Lo que ya casi no se recuerda es que antes de que la oposición, guerra y los conflictos políticos resquebrajaran a este país en todos los sentidos, Irán fue gobernado por una dictadura que reprimió la disidencia y restringió las libertades políticas, pero que también empujó al país a adoptar la modernización secular orientada hacia el Occidente, lo cual permitió cierto grado de libertad cultural. Bajo el gobierno del Shah la economía de Irán y las oportunidades educativas se expandieron. Gran Bretaña y los Estados Unidos contaron a Irán como su principal aliado en el Medio Oriente, lo cual permitió que grandes segmentos del país fueran industrializados. Sin embargo, las medidas cada vez más autoritarias del Shah y su eventual desestimación de la regla multipartidista sentaron las bases de la Revolución Islámica.
Durante un período de casi 40 años, el Shah llevó a Irán a través de una serie de cambios radicales; los cuales se pueden entender mejor a través de las siguientes fotografías en las que sorprendentemente el amor y el lujo parecen caracterizar a un país que relacionamos en gran medida con la guerra y la muerte.
En estas fotografías, pertenecientes a diversos fotógrafos y periodistas, es fácil encontrar las diferencias entre el intento del Shah por occidentalizar Irán a través de la modernización y la restricción de la disidencia y el país después de la Revolución Islámica. Estas capturas nos dejan helados no sólo por el lujo y la vestimenta, sino por la libertad con la que los iraníes podían salir a la calle a pasear, algunos a estudiar y realizar distintas actividades. En la mayoría de los retratos vemos al Shah Reza Pahlavi con su esposa y séquito; la familia real también fue fotografiada varias veces fuera de su palacio en Teherán y la lente encontró al Shah junto con algunas personalidades de la política con las que logró formar lazos importantes.
Cada imagen evidencia la distancia que a partir de la revolución separó a un Irán lujoso y que aún conservaba amor, de uno que se vistió de guerra y represión.
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Referencia:
Business Insider
Imágenes:
Tom Fitzsimmons
Roy Essoyan