“Por el grosor del polvo en los libros de una biblioteca pública puede medirse la cultura de un pueblo”.
John Steinbeck
En las repisas de una biblioteca se acomodan, uno detrás de otro, sueños, historias, pensamientos, recuerdos y personajes que atrapados en una hoja de papel que esperan pacientes por un par de ojos que se atrevan a leerlos.
Cada estantería se vuelve protectora de la cultura y el tiempo que reposan en su interior, amante de aquellos que se aventuran entre los pasillos de su maravillosa arquitectura, cómplice de los silencios que cuentan la historia de la realidad que se entrelaza con el pasado cuando un libro es abierto.
Cuando para algunos visitar una biblioteca representa perder el tiempo, para otros es recuperarlo perdiéndose entre las puertas que te abren sus libros. Puertas que te permiten saltar de la ficción a la comedia y el romanticismo para volver a la realidad como parte de una historia que tu mismo puedes crear.
Las paredes de una biblioteca han presenciado los sigilosos pies de amantes de la literatura que con mochila en hombro se sumergen en los infinitos mundos que habitan en ella, observadora de lágrimas, risas y pensamientos profundos que le dan elevan al alma y la devuelven a la materialidad con una nueva esencia.
Una biblioteca es la única capaz de sostener en sí misma el pasado, el futuro y la verdadera razón de nuestra existencia mientras el tiempo le pasa encima.
Las bibliotecas, con sus estanterías y variada arquitectura, han sido siempre materia de interés para los fotógrafos, retratando los más bellos recintos alrededor del mundo; pero actualmente una nueva ola ha surgido y es que la tendencia de escabullirse en lugares abandonados está más presente que nunca.
La inclinación por el halo que rodea a los lugares donde antes existió la voz y el paso de personas y que ahora se ha quedado flotando en el tiempo con lo poco que queda de su historia es denominado como turismo urbano y está enfocado en la búsqueda de lugares que han sido abandonados para admirar el paso del tiempo.
Estas son algunas fotografías de bibliotecas abandonadas a las que el tiempo les ha arrancado el alma, dejando sólo los rastros de la vida que existió en sus libros y lectores:
Biblioteca de Mark Twain en Detroit
Biblioteca en Europa capturada por Christian Ritcher
Biblioteca abandonada en un hoten el Pensilvania
Biblioteca abandonada en una fábrica de acero en Nueva York
Biblioteca del Castillo de la Forêt, un castillo belga construido en el siglo XIX
Biblioteca en Villa Amelie, Francia
Y otra sin ubicación exacta: