La historia real de los superhéroes es el título de una serie fotográfica que la artista Dulce Pinzón, nacida en la Ciudad de México en 1974, presentó a modo de libro fotográfico en tres idiomas diferentes desde su lanzamiento, en 2012, si bien algunas imágenes de forma independiente, ya habían sido expuestas con anterioridad.
Estudiante de fotografía en la universidad de Pensilvania, Dulce pinzón vive desde 1995 en New York, y fue en dicha ciudad donde realizó la serie. Un trabajo que por imposible que parezca, entrecruza la etnofotografía y el artificio del espectáculo. Para Pinzón, los superhéroes no son sino una excusa que busca hacer visible a los connacionales que laboran en la unión americana.
Lo sorprendente de este trabajo fotográfico es que nos recuerda que el superhéroe no es una figura que busque la atención de los reflectores, Tony Stark nos ha hecho mucho daño, pues el superhéroe juega oculto, habita dos facetas: por un lado con lentes, por otro, sin ellos. Y eso es suficiente para ocultarse entre nosotros con la garantía de que podemos confiar nuestro destino a sus actos. Él siempre está disponible; va a trabajar y durante su jornada o en las noches se hace cargo del crimen, su condena a estar presionado por el tiempo, no se detiene a recibir algún tipo de reconocimiento, pues se debe a los otros, está enamorado de una sociedad que idealiza.
https://img.culturacolectiva.com/content/2015/10/La-verdadera-vida-de-los-super-heroes-Dulce-Pinzon-.jpg https://img.culturacolectiva.com/content/2015/10/gatubela1.jpg https://img.culturacolectiva.com/content/2015/10/La-verdadera-historia-de-los-superheroes-feat.jpg https://img.culturacolectiva.com/content/2015/10/chapulin-colorado.jpg
Su alcance es tal que después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, Marvel Comic´s dedicó el número 36 de The Amazing Spider-Man a retratar algo que se escuchaba por las calles durante aquel trágico suceso: niños, e incluso adultos, esperaban la aparición de alguna fuerza superior a ellos que les ayudara a salvarse, se encontraban en shock debido a lo repetido y devastador del ataque. Tal vez alguno de los suicidas que abandonaron las torres con un salto al vacío esperaba ser rescatado por Spider-Man, no puedo asegurarlo, pero lo que en definitiva resulta obvio es que en un estado de crisis emocional como aquel, la razón no es precisamente lo que determina nuestras acciones.
En fin, el superhéroe está oculto, se escabulle en el tejido social y desaparece infiltrado. La labor de Dulce Pinzón en su serie La historia real de los superhéroes es la de connacionales que, lejos de sus familias, se convierten en el sustento de las mismas, enviando remesas; pero también como un soporte de la propia sociedad, pues en labores desde lo básico a lo complejo, son una parte de la estructura de la sociedad en la unión americana.
La mole, Capitán América, Birdman, Superman, Flash, Antorcha humana, Batman, Hulk y El chapulín colorado, entre otros, son una metáfora que vincula la actividad del migrante mexicano, de lo básico a lo complejo. En esta estetización de problemáticas sociales, la autora nos coloca unos lentes imaginarios que hacen visibles, con algunos simples gestos indumentarios, la referencia a un cosplay de lo laboral. Cada una de las 20 fotografías fue acompañada de una ficha que contenía datos como nombre, ciudad natal, número de años que llevan trabajando en New York y la cantidad de dinero que envían a sus familias.
El trabajo de Dulce Pinzón en el caso de esta serie ha sido de tal impacto que se habla de él en revistas y diarios de países como: Francia, China, Italia, Alemania, España, Japón, Suiza, Reino Unido, México y Estados Unidos. Un día, con un poco de ocio o tal vez con algo de interés académico, valdría la pena preguntarse cuál es la representación del mexicano en el extranjero, pues me parece que esa imagen del nativo con sombrero y gabán recostado sobre un cactus, más o menos como la portada de un disco del Haragán, pudiera no ser el estatus posicionado en tanto representación vigente.
Pero el trabajador mexicano cruzando la frontera ha tenido otras representaciones desde la visión de la Ciencia Ficción nacional, tal es el caso de Sleep Dealer del director Alex Rivera.
En este film, el personaje principal de la trama es un empleado en grandes bodegas donde gracias a una tecnología teleoptica, los trabajadores mexicanos controlan robots conectados a su sistema nervioso para que realicen las labores de construcción de rascacielos. De manera curiosa, una de las quejas xenófobas de Donald Trump no es que los latinos trabajen en la unión americana, sino que se queden al terminar su labor y constituyan en la actualidad una población considerable en tanto volumen. Esta “precesión de los simulacros” que constituye Sleep Dealer parece de lo más adecuada a nuestro actual contexto, tanto así que fue un largometraje con poca exhibición en 2008, pero que en los últimos dos años ha tenido un retorno a los reflectores precisamente en el encuadre de la discusión sobre la temática referente a las declaraciones de un sector de la sociedad americana, para los cuales el tema migratorio no puede resolverse sino con la deportación.
Tal vez, en la búsqueda de generar sentido que posee tanto la fotografía como el cine, pueda también reconocerse este entramado de representaciones que la figura del mexicano tiene en Estados Unidos, pero no sólo eso, pues resulta un secreto a voces que el mexicano es uno de este lado de la frontera norte y otro, según parece más hostil, cruzando la línea divisoria. Y entonces plantear la siguiente pregunta ¿Si Octavio Paz (premio Nobel de literatura) escribiera su Laberinto de la soledad en 2015, seguiría trazando el mismo cuadro sintomatológico?