Contrario a lo que muchos dicen, ser adolescente no es fácil. Generalmente quienes hacen esta aseveración, olvidan que en esta etapa transicional de la vida, suceden implosiones caóticas dentro de nuestro ser que pueden hacernos tambalear existencialmente. Los cuidados que otros se encargaban de procurarnos cuando niños, han desaparecido. Casi de repente, nos encontramos inertes frente a un mundo hostil del que entendemos poco.
La falta de experiencia nos hace vulnerables ante las emociones que nos sorprenden como si se tratara de un mar embravecido que lanza su oleaje frente a nosotros. Nuestros incipientes amores románticos, las primeras desilusiones, el espantoso cambio irregular de extremidades, el vaivén violento que ocasionan los caprichos de nuestras hormonas… el mundo parece ser una montaña rusa que no se detiene.
Una rebeldía casi natural brota de nuestros adentros. Estamos con toda razón, inconformes. El disgusto con lo establecido se vuelve un motor de búsqueda de nuevos horizontes. Elegimos a las personas con quienes compartiremos nuestras risas, lagrimas e inquietud.
Nuestros amigos se vuelven ese lazo que nos amarra al mundo. Con ellos nos redescubrimos y nos inventamos. Estamos a cargo de la construcción de nosotros mismos, la tarea quizá más complicada de cualquier persona.
Nico Young es un joven que retrata a jóvenes. Es quizá por ello que su trabajo tenga un aspecto especialmente sensible. La historia de cómo un chico de 16 años trascendió internacionalmente con sus fotografías en uno de los medios más importantes del mundo es curiosa:
La editora de fotografía de The New York Times Magazine, Khaty Ryan, recibió un correo electrónico de Martin Ledford, profesor de fotografía de la High School Santa Mónica. En él, le explicó de un proyecto que realizaba con sus alumnos “retrato e identidad”. En especial, le habló sobre el talento de uno de sus alumnos de onceavo grado mostrándole su trabajo. “Sus fotos estaban llenas de una autenticidad poco común y profundidad emocional”, escribe la propia editora.
Fue entonces cuando se le encomendó la tarea de retratar, desde dentro, la vida de los estudiantes. Young eligió momentos clave para ser eternizados y el resultado fue asombroso.
No hay poses, no hay preparación. Captura momentos de inocencia, inseguridad, alegría, factores de lo juvenil que parecen nacer sin siquiera planearlo.
Los jóvenes son retratados fuera de las aulas. En espacios donde son libres y se reapropian de ellos. En búsqueda de una identidad personal, parecen ser el reflejo de lo auténtico.
El futuro puede parecer aterrador. El presente, por lo tanto, se vuelve el momento capital y guía de cualquier acción.
Aunque a primera vista parecerían fotos simples -algunos jóvenes retratados en momentos diferentes- las instantáneas tienen una composición peculiar que hace tomar algunos minutos para contemplarlas. Estas fotografías pueden recordarnos a las que tenemos en nuestros álbumes personales, pero al mismo tiempo, encontramos en ellas un ojo que no es común, lo que convierte a estas instantáneas no solo en fotos-recuerdos, sino en piezas de valor artístico.
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“La adolescencia es una enfermedad que se quita con los años”, aseguraba el premio Nobel George Bernard Shaw, seguramente refiriéndose al conjunto de malas decisiones, impulsos e inquietudes de los años juveniles. Todo el mar de confusión por el que atravesamos durante esos años. La insoportable presión nos llegaba de todos los flancos: padres, escuela, amigos, mundo. Pudo haber sido un periodo horrible o podemos recordarlo con nostalgia. De lo que no hay duda es de que se trata de uno de los momentos clave y cruciales que hacen, de una u otra manera, que hoy seamos lo que somos.
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El trabajo completo de esta serie puedes consultarlo aquí. También puedes revisar el trabajo de Alexandra Von Fuerts, una fotógrafa poco convencional y estas fotos comunes para quienes necesitan repensar su desnudez y sensualidad.
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Referencias
The New York Times Magazine
Nico Young