Ella llegó decidida. Sabía qué quería lograr y que no necesitaba de nadie más. No le importó cuando la vieron de manera extraña al pedir una habitación sólo para ella. Se registró y minutos después subió a una camioneta floreada para llegar a su habitación. Los asientos estaban rotos por el uso, por todas las parejas que se sentaron en el mismo sitio que ella. Parejas que buscaban una escapada romántica dirían algunos, sexual otros. Pero no ella. Ella estaba sola. Abrió la puerta del cuarto destinado a su “luna de miel”. Las paredes rosas, los espejos a su alrededor y una bañera se convirtieron en su compañía durante los próximos siete días. Entró al cuarto en el que destacaba el rosa y cerró la puerta. En ese instante dejó de ser Juno Calypso. Ahora era Joyce.
Desde hace años Juno Calypso toma fotografías de ella misma, aunque durante mucho tiempo permaneció en privado. Después inició con un proyecto de autorretrato para el que creó un personaje que le permitió mostrar todo lo que rodea a una mujer; lo que “construye la feminidad”. La joven Calypso, nacida en 1989, se dio cuenta que debía hacer algo más: una serie fotográfica que incluyera a Joyce. La finalidad: explorar la feminidad; lo absurda que puede ser la identidad femenina y la sexualidad.
Se hospedó en habitaciones de lugares destinados a los enamorados. En alcobas tan personales en donde se realizan rituales de seducción y belleza. Los días que pasó rodeada de espejos, tubos, paredes brillantes y una tina rosa pudo conocer más sobre Joyce. Calypso lo describió como un romance monógamo del que pudo ver cómo su personaje evolucionó. Joyce solía ser más una ama de casa y ahora experimentaba la sexualidad de otra manera.
“Siento que cada vez es más dominante en su comportamiento, en lugar de verse agotada y derrotada. Todavía está molesta, pero no desesperada. Solía tomar fotografías de Joyce como una manera de hacer una crítica sobre la construcción laboriosa de la feminidad, pero ahora comienzo a ver que el problema no es el maquillaje ni los aparatos de mejora del cuerpo, sino la forma cómo la sociedad trata a las mujeres que invierten profundamente en su apariencia”.
Las fotografías tomadas en un hotel en Pensilvania exploran la feminidad desde un punto que no lo había hecho. A través del personaje de Joyce, Calypso muestra cómo se construye la belleza. Un estándar de belleza en el que la comida se torna negativa, casi prohibida, pero que en realidad está presente en todos los productos de belleza que la emulan. “…comida para nuestros cuerpos, pero no para nuestras bocas”.
La relación que las mujeres tienen con su cuerpo es la parte central de su trabajo. Un trabajo que no fue del todo sencillo y para el cual tuvo que superar las miradas fuertes, los pares de ojos que no comprendían que estuviera sola en un hotel destinado a parejas. Parejas que al menos por una noche creen que el amor es para siempre, algo que Calypso siempre ha visto con cierto cinismo y fascinación. Es un trabajo muy personal; uno que sirve para aprender y conocer el lugar que ella ocupa en el mundo, así como las expectativas que se tienen sobre las mujeres.
Lo que comenzó como una noche al azar se convirtió en una nueva fantasía, una obsesión. Ahora su sueño es recorrer moteles alrededor del mundo para realizar el tour de una mujer que viaja en solitario. Una mujer que en realidad no viaja sola, pues la acompaña la que le da fuerza: Joyce.
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Conoce más en su página oficial: JunoCalypso
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Referencias:
The Guardian
Broadly
DazedDigital