El trabajo en los últimos 6 años de Antonio Guillem es tomar fotografías sobre distintos tópicos para después venderlas a bancos de imágenes, que a su vez las ofrecen a empresas, medios impresos y digitales para fines ilustrativos; pero nunca se imaginó que una de sus creaciones se convertiría en, quizá, la imagen más reproducida de los últimos años. Es el caso del novio distraído –como se le conoce de forma genérica a este meme–, el tema de las fotografías era uno de los más solicitados por agencias de publicidad: infidelidad.
Para esta sesión, Antonio se valió de dos de sus modelos habituales, Laura y Mario, protagonistas de un sinfín de imágenes de las plataformas más populares de stock. La icónica fotografía fue tomada a mediados de 2015 en una calle de Girona, en España. El objetivo era capturar la infidelidad de forma irónica y con un tono humorístico. La sesión inició como cualquier otra, con algunos disparos del fotógrafo mientras sugería a los modelos poses y la actitud que debían tomar.
La sesión original consta de distintas fotografías que se venden en sitios de stock, pero ninguna causó el impacto del novio distraído.
De pronto, y sin siquiera advertirlo, Guillem capturó la imagen que daría vuelta al mundo. Una escena tan sencilla como universal: Laura y Mario caminan en sentido opuesto del fotógrafo cuando la mirada insolente del hombre fija la vista en otra chica que aparece en primer plano.
La actitud de perversión del hombre, el rostro desencajado de su pareja y la ligereza de la mujer que iba pasando –ni siquiera enterada del drama que se desarrolla a sus espaldas– saltó a la red para convertirse en uno de los memes más famosos de la historia.
Replicada en sinfín de ocasiones y en una multiplicidad de contextos, todo el mundo que se precie de tener alguna red social entiende el sentido de esta broma. Accidentalmente, Antonio, Mario y Laura hicieron una aportación a la cultura digital y el rostro de estos dos últimos se viralizó.
A pesar de la desbordante fama de su obra, el fotógrafo catalán confiesa que esta imagen no ha alcanzado ni siquiera el promedio de ventas que esperaba –sus capturas más populares se venden siete u ocho veces más que el novio distraído–. Lejos de molestarse, Guillem lo toma con sabiduría y no deja de mostrar su asombro por el fenómeno mediático que provocó, eso sí, afirma que no habrá ninguna acción legal a menos que la fotografía se utilice para dañar la imagen de Mario y Laura.
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