Preguntarnos ¿quién soy? Nos lleva por insondables caminos en dirección a nuestros recuerdos, experiencias o personas alrededor para tratar de darnos un rostro, una cara que nos reconozca y que cada mañana nos devuelva identidad al mirarnos al espejo.
Pero es que dicen que uno nunca acaba de conocer a las personas, menos a uno mismo. Nos vemos y son tangibles los rasgos que forman el rostro, y entonces sabemos que tenemos una cara reconocible para los demás, pero realmente ¿nos dice quiénes somos? El rostro también se construye, es la imagen que proyectamos a los demás; puede ser de amabilidad, de confianza, de desvelo o de rencor. Cada uno elige el rostro que pone cada mañana, así lo decidió Luciana Urtiga, una fotógrafa brasileña quien propone caras en espiral o imágenes hacia dentro.
Luciana Urtiga sabe que estamos en una incesante búsqueda de nosotros mismos, por ello, la carioca crea ilusiones en autorretratos. A través de diversas técnicas, Luciana proyecta su perfil, se hace una en un rostro hacia dentro o se multiplica desde un punto de fuga. Los retratos de Luciana llevan por la idea del encuentro de su cara formada de la naturaleza o de las propias extensiones de su cuerpo en una alegoría de que estamos hechos de fuera, y afuera también está la nada.
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Inquietantes o cargadas de misterio, las caras de Luciana son de ausencia, de múltiples miradas, de locura, de ídolos, de nubes o de media luna. Su propuesta fotográfica hace eco para conectar con quien ve de fuera sus yo.