Todo está iluminado.
El cosmos es una fuente interminable de belleza. Observar al mundo es mirar perfección en cada uno de sus rincones. Sin embargo, algunos se creen con el poder suficiente de declarar qué es fantástico y qué es horrendo, sin considerar que en el planeta existen millones de perspectivas y es imposible generalizar por completo la idea de lo que significa una maravilla visual. Hollywood trata de hacerlo descaradamente presentando actores con facciones equilibradas y físicos delgados que considera atractivos, dictando así de manera indirecta cómo se debe ver alguien para que pueda ser llamado hermoso o erótico, y –por supuesto– fracasan al hacerlo.
Cualquier persona tiene la habilidad tácita de expresar gracia y un cierto encanto que pueda hipnotizar a unos cuantos, y eso es lo que demuestra Michael Northrup en sus fotografías: que incluso el individuo más simple puede representar la maravillosa manera aleatoria en la que funciona el universo.
Individuos desnudos en situaciones extrañas o en la naturalidad de su privacidad invaden las imágenes de Northrup y, aunque no son grandes composiciones que los profesionales llamarían “estéticas”, tienen el encanto que representa a la humanidad. Expresan una pequeña magia individual que revela que la belleza no sólo está en figuras delgadas, rubias y sonrientes, sino en la cotidianidad y en aquello que puede percibirse como incómodo o demasiado privado. Según el autor son irónicas visiones del mundo real.
Cualquier movimiento puede cambiar el mundo, al menos para unas cuantas personas. ¿Quién no se ha quedado mirando a su pareja por más de cinco minutos ininterrumpidos enfocados en algún elemento que le pareció fascinante? Podrían ser elementos que los demás llaman defectos, pero que alguien en específico lo encuentra como algo irreal que podría mirar hasta que se acabe su vida.
El enamoramiento se basa en esas pequeñas fórmulas de encanto. No nos deslumbramos sólo por las cosas que directamente son hermosas como un campo de flores, sino también por los pequeños misterios ligeramente inexplicables, como alguna vez lo fueron las estrellas y los planetas para los humanos de la prehistoria.
Aunque ciertas producciones artísticas nos expresen sus reglas de lo que piensan atractivo, cada quien crea su propia visión. Michael Northrup presenta la suya y demuestra que puede cohabitar con lo que presenta el cine o la fotografía estética. Sus distorsiones de la realidad son encuadres de momentos privados. Sus sujetos son individuos que conoce en su vida diaria y en cada una encuentra cierto aspecto que lo atrae como fotógrafo, lo invita a curiosear y jugar con las experiencias para robarle a unos cuantos su visión de perfección y mostrarla al mundo.
Es fácil convencerse de que la belleza no existe en uno mismo. Que todo lo que dictan los medios es cierto y que es imposible que alguien se fije en una presentación única de la belleza. Alguien puede mirarse frente al espejo y encontrarse con un ángulo imposible de considerar atractivo para su percepción; ignoraría por completo los cientos de ángulos extra que existen o el hecho de que en alguna parte, una persona encontrará fascinación en la falta de balance en las facciones o en los kilos extra que se escapan de la ropa ajustada.
Las imágenes de Northrup tienen esa visión. Encuentran alegría, dicha y la perfección del cosmos en pequeños instantes honestos y realistas.
El Universo se basa en sucesos aleatorios que sólo tienen sentido para algunos cuantos. Una pareja que se besa profundamente por primera vez en una noche lluviosa no percibe lo mismo que alguien que corre junto a ellos para protegerse del agua. Incluso, si los mira, podría sentir desprecio debido a sus propias experiencias y contexto. Estas imágenes nos recuerdan esos eventos. Las personas dentro de su contexto viven una fantasía y nosotros como espectadores tenemos la oportunidad de disfrutarlos. Algunos los podrán mirar con extrañeza y sentir que sus ojos no están viendo algo fantástico, erótico o sensual, pero los elementos están implícitos, invitando a que la audiencia se acerque a preguntarse qué significan las sonrisas o las miradas de los sujetos en las fotos.
Michael Northrup no es un fotógrafo convencional, pero eso no hace que su trabajo tenga menos validez que alguien que retrate lo que Hollywood y los medios definieron como estético. La fantasía en sus raras imágenes nos recuerdan que la belleza y sensualidad está en cada rincón del Universo, sólo se requieren los ojos necesarios para darse cuenta de ello.
Quizá si lentamente eliminamos de nuestra mente lo que los demás nos dijeron que era hermoso, finalmente nos daremos cuenta de que todo, incluso lo más oscuro, está iluminado.
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