Fue en los años 20, durante la gran depresión, que muchas personas comenzaron a viajar en tren a través de Estados Unidos buscando trabajo donde sea que lo pudieran encontrar. Esto los convirtió en seminómadas dispuestos a sufrir la incomodidad de vagones de carga, evadir a la policía, dejar atrás a su familia y arriesgar la vida para poder alimentarse día a día.
En el camino, de Jack Kerouac (1957) incitó a muchos a salir de casa, a partir de allí y tomar la carretera como un estilo de vida; viajar y vivir se convirtieron en un arte. Las aventuras que se podían experimentar eran infinitas: conocer gente, ir a fiestas, tener amores pasajeros y dormir bajo las estrellas se transformó en un ideal bohemio.
En los 50 viajar ilegalmente en tren o ser hitchhiker se volvió un pasatiempo de verano para jóvenes universitarios, una especie de “ritual” en el que dejaban la comodidad de su hogar para viajar por el país y disfrutar sus últimos días de libertad antes de comenzar un trabajo en el que tendrían que establecerse definitivamente.
La práctica ha persistido hasta el día de hoy, si bien ya no es tan aceptable como en los años 50, la gente se sigue arriesgando a este estilo de vida, algunos por unos meses, otros de por vida. Bajo esta idea, Mike Brodie comenzó su vida en tren en 2003, todavía en preparatoria, esta urgencia Kerouakiana lo atacó y comenzó un singular viaje de más de 80 mil kilómetros durante casi cinco años que lo llevó a recorrer 46 estados de la unión americana. Fue en esa época en la que nació su amor por la fotografía; después de encontrar una Polaroid en la parte trasera de un auto, se volvió autodidacta y su obra fue reflejo de su estilo de vida. Pronto fue apodado “El chico polaroid” y tiempo después cambio su cámara por una Nikon F3, la que le serviría para documentar sus travesías.
La iluminación en sus fotografías otorgan un tinte romántico a esta vida ilegal, llena de peligros y adicciones; opuesta a las condiciones económicas estables de los protagonistas en sus instantáneas. Desde los atuendos que podrían tratarse de un Oliver Twist en esta época, hasta las miradas reflexivas de quienes viven fuera de la sociedad, Brodie captura un mundo del pasado y su actual estado: sucio, peligroso, aventurero y ante todo real, una vida que no es para todos, pero sí para Brodie, quien en 2008 decidió establecerse, estudiar una carrera y como esos universitarios en los años cincuenta, saber que disfrutó, viajó y vivió.
Respecto a sus viajes, Brodie afirma que durante Primavera y Verano es mucho mejor y verdaderamente romántico. “Siempre y cuando te guste la vida al aire libre, no te importe ensuciarte y no tener ropa para cambiarte durante meses”.