Tal vez aún seamos jóvenes y la muerte esté a miles de kilómetros de distancia. Vivimos tranquilamente, esperando que cada día las cosas mejoren poco a poco hasta alcanzar la felicidad perpetua. Con una corta edad todo es posible y no hay motivo para renunciar a aquel sueño. Lo que debemos considerar es la probabilidad de llegar solos a la cima del éxito, pues el tiempo es una maquinaria que nunca se detiene y es casi seguro que en ese momento de gloria, la mujer que más amamos en la vida ya se haya marchado.
Ojalá toda la vida pudiéramos ver esa alegre y juguetona sonrisa que como un sol nos despierta por la mañana y como una bella luna nos da las buenas noches. Ojalá nunca se cerraran eso ojos que reflejan sabiduría, temple y cordura; que nunca se callara una voz de aliento y de caricias para el alma. Ojalá que nuestras madres vivieran para siempre y así no sentirnos abandonados en un contradictorio mundo, porque ella es el único faro en el inmenso océano que nos indica por dónde debemos andar.
Nadie quiere que llegue ese momento, pero llegará, es la ley de la vida. Lo único que podemos hacer es vivir intensamente cada momento a su lado. Reír agarrados de su manos y pasar las pocas noches que tenemos libres gozando de su compañía. Para cuando sea el momento de decir adiós, nuestro corazón esté colmado por su cariño y tengamos tatuada su alma en nuestro todo nuestro cuerpo.
Un artista italiano se dio cuenta de que el final estaba cerca y decidió recuperar todos los momentos perdidos que no le ofreció a su madre. Él se llama Tony Luciani, es pintor y fotógrafo y desde hace un tiempo comenzó a darle un toque maternal a cada una de sus obras. De este mágico encuentro resultó una agradable y alentadora serie fotográfica que poco fotógrafos tienen el valor de realizar.
La madre de Tony Luciani tiene 93 años y ya no puede cuidarse sola. Sus fuerzas se agotaron y necesita de un poco de ayuda para pasar de manera tranquila sus últimos días sobre la Tierra. Como buen hijo, Tony luciani la recibió en su casa-estudio. Él se dedica todo el tiempo a su trabajo, no tiene la necesidad de salir mucho, así que las cosas se acomodan perfectamente para que dedique un poco de tiempo a la persona que le dio la vida.
Si él estaba todo el día pintando y sacando fotografías y su madre estaba ahí observándolo, ¿por qué no incluirla en su trabajo? Esto fue lo que pensó Luciani y le dio un giro drástico a sus vidas. Ahora ella, la arrugada y tierna mujer de ojos tímidos, es el centro de su inspiración. Lo mejor es que esta convivencia fue como una medicina rejuvenecedora para sus ánimos marchitos.
“Me di cuenta de que poco a poco mi madre volvía a sentirse viva, como la excéntrica joven que me platicó que era. Esta transformación me atrapó de inmediato y comencé a incluirla en todos mis trabajos”, explicó el artista gráfico.
Este hecho revela que con el tiempo las personas se van sintiendo inservibles y ese sentimiento es lo que las mata. Si la mente se vence, el cuerpo reaccionará de la misma manera. Por eso, cuando la mamá de Tony Luciani comenzó a colaborar con su hijo, se volvió a sentir útil en el mundo y poco a poco fue reviviendo. Para hacer que el efecto se intensifique, la composiciones de sus imágenes van en contra del estereotipo de la vejez.
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En lugar de ver un cuadro sin movimiento, energía y vida, Tony Luciani monta una escenario un poco más brillante y excéntrico, como el carácter de su madre durante su juventud. Ella se sentía lo suficientemente cómoda frente a la cámara para posar con suma naturalidad, como si estuvieran revelando su alma. “Las sesiones posteriores comenzaron a ser más complejas, ya que iba desarrollando mis pensamiento a través de los de ella. Sus recuerdos y sentimientos se convirtieron en una bella historia que contar “. La fotografía era el medio que selló esta nueva conexión entre Tony y su madre.
Además de volver a encender la chispa de la vida en su madre a través de la serie “The Stranges Ones”, Tony Luciani quería documentar la historia de una persona que llega al término de su vida con una pérdida de la memoria y un severo deterioro físico. “Estas imágenes han tocado las fibras sensibles con muchas personas, porque demuestra que la vida no se trata de esperar la muerte. Se trata de querer vivir”
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Es tiempo de que cada uno de nosotros se vuelva consciente de lo efímero que es la vida. Es como un hilito de agua que se escapa entre las manos. Aquella gota que da vida se llama mamá y hay que agradecérselo. Sin duda, la mejor manera de pagárselo es con momentos felices, pero si quieres darle un lindo detalle, puedes regalarle algunos libros que le regresarán la alegría a su vida. Si le guardas algún rencor es mejor que veas una de las 8 películas que demuestran que tu mamá no es tan mala como crees.
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Sitio oficial del fotógrafo:
YnotPhoto