La conocí en una manifestación. Yo estaba cubriendo una de la decena de protestas que se suscitaron luego del asesinato de “Paola”, una prostituta transexual a quien uno de sus clientes disparó frente a sus compañeras, en su lugar de trabajo: Puente de Alvarado.
“Kenya” estuvo presente en el momento del asesinato. Fue ella quien grabó con su teléfono celular el momento del ataque, fue ella quien llamó a los policías, confrontó al culpable y explicó lo sucedido. Fue ella quien entre gritos y empujones, esperó afuera de la delegación Cuauhtémoc exigiendo una respuesta.
La fuerza con la que sus gruesas piernas caminaban, la enérgica voz con la que ordena el rumbo de los manifestantes, los cariñosos abrazos con los que recibía a sus compañeras me dejó completamente absorta.
“¡Pinches jotos!”, “¡Quítense, putos!”, eran los gritos de los transeúntes con los que aderezaban los rostros de descalificación y menosprecio para las mujeres transexuales en la marcha. Jamás como entonces comprendí la situación; esta comunidad ha sido terriblemente castigada, silenciada, humillada y atacada. ¿La razón? Siendo hombres, preferir la femineidad. Porque, claro, ¿qué mayor transgresión que modificar el comportamiento, la designación y, sobretodo, el cuerpo establecido por la naturaleza? El alcance de toda esta violencia a esta población, suele ser mayor a la que sufren las mujeres y los homosexuales.
Si esta situación continúa en nuestros días, hace 35 años existía mucho más. La fiel muestra de ello es The Ultimate Angels, un libro creado por el fotógrafo Byron Newman y la pintora Aphrodite Papadatou. Se trata de una documentación de las comunidades transexuales en París de 1980.
«Una noche en París, le pregunté a una trabajadora sexual transgénero cómo se describiría a sí misma. “Como el último ángel” respondió, y ella tenía razón». Recuerda Newman en Dazed.
Newman, el creador de estas fotografías, y quien colaboró con Playboy durante los años 80, se hizo amigo de las prostitutas que trabajaban en el distrito Boulogne en París. La situación de estas mujeres era de completo rezago; muchas de ellas eran extranjeras y ésta era la única manera de ganarse la vida en el país europeo.
Las legislaciones, sin embargo, marginaron a estas mujeres quienes, prácticamente, vivían entre el anonimato y la violencia. En entrevista con la revista anteriormente citada, el fotógrafo refirió:
«35 años han pasado desde que estas fotos fueron tomadas, pero no creo que parezcan anticuadas. Desde la legalización de los actos homosexuales en la década de 1960 hasta la actualidad, han tenido lugar cambios radicales y no veo regresión ahora. La comunidad trans con la que trabajé estaba muy marginada, estaban aisladas de la sociedad dominante. Creo que se trata más de una asociación con la prostitución que de una cuestión de género e imaginaría que no es muy diferente hoy en día, o al menos en algunos países».
Por su parte, la artista visual Aphrodite Papadatou, quien realizó pinturas al óleo para hacer una especia de diálogo creativo, reflexionó sobre el título de la serie Los últimos ángeles:
«Ellas encarnan la aceptación y el amor en la forma más completa. Nuestros “Ángeles” rompen barreras de identidad, y no necesitan una excusa para hacerlo».
Estas fotografías, llenas a veces de deseo, sensualidad, dulzura y exentas de pudor, nos muestran a seres humanos quienes viven en una constante transgresión: transgresión de la moral, transgresión de lo impuesto, transgresión de la pretendida invisibilidad.
Tacones, medias, labiales, pestañas postizas, pelucas y otros aditamentos, expresan —no sin un aura de tristeza— la vida de estas mujeres cuyo destino fue, lamentablemente, la marginación y la exclusión.
Decir que “no estamos preparados” —ni lo estuvimos hace casi 40 años— para “aceptar” estas maneras de sexualidad, resulta inadecuado y absurdo. Al final, no se necesita un permiso para ser ni para vivir.
Descubre todo el trabajo de Byron Newman en su sitio web. Además, conoce las pinturas que complementan el texto aquí.
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