La cosmopolita capital del arte urbano en Latinoamérica, Sao Paulo, es el lugar que vio crecer al artista de herencia japonesa: Dante Horoiwa.
Con apenas 24 años, Horoiwa logra dar balance entre la mezcla cultural espiritualista de Oriente y Occidente, pues ha logrado fusionar su crecimiento en las calles de Brasil para reflejar su cultura e historia latina, así como la poesía de las enseñanzas Zen y la filosofía samurái que le inspiran en sus creaciones.
El tema de la soledad es recurrente en su obra, donde sutilmente incita al espectador a un aislamiento para la contemplación, pues es en la quietud de la mente donde nos permitiremos sentir aquellas emociones que nos transmite en narraciones íntimas. Narraciones parecidas a pasajes bíblicos o a una ambientación de Haiku que integra al colocar sobre el óleo pinceladas de suave pulso que logran sensibilizarnos al sentir sus emociones.
Los títulos en sus obras “La búsqueda de la iluminación”, “La rueda de la existencia” y “Dios del Vacío”, dejan entrever una dualidad críptica en su genética, dispersa entre un budismo-cristiano más allá de lo religioso que se eleva entre el ser y el existir de manera transcendental y de manera artística.
Horoiwa, hace del arte el mayor koan, o la más hermosa epifanía desligándonos del pensamiento racional para aumentar nuestra consciencia.
Su carrera comenzó como ilustrador a los 15 años, y a casi diez de creación, su trabajo ha aparecido en periódicos y revistas como Monster Children, Acclaim y Juxtapoz. Ha expuesto en galerías de Nueva York y California así como en grandes paredes de Brasil y Holanda.
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