La vegetación y los tonos cálidos son la carta de presentación de Paola Beck, quien exalta los aspectos orgánicos de la vida humana que acompañan nuestras actividades habituales y que se transforman cuando nos movemos en sincronía con el ambiente que nos rodea.
Sus obras son un recordatorio constante de que formamos parte del mismo mundo y somos hechos de la misma materia cósmica que las flores, plantas y animales. El muralismo, la pintura y la ilustración son sus armas para trazar una reflexión en la mente de los espectadores, al promover el respeto por el planeta, por los ecosistemas, por las ciudades, las calles, nuestros vecinos, mascotas y cualquier forma de vida que interactúe con nuestros pasos.
Su creación habla desde el espacio público, siendo la voz de las calles y el entorno. Ha escogido la ciudad como lienzo interminable porque le interesa generar a través del arte un medio para integrar la conciencia y el amor de los ciudadanos por el lugar donde viven, que es después de todo, el escenario donde transcurren sus historias de vida. De esa manera, se manifiesta en favor de que exista una verdadera armonía entre la urbe y sus habitantes.
Sus imágenes poseen gran influencia del collage dadaísta, con vibrantes toques multicolor que le dan la fuerza necesaria para cambiar de un momento a otro la perspectiva con la que miramos y apreciamos las formas que existen a nuestro alrededor. Con un toque de realismo mezclado con pinceladas impresionistas genera nuevos paisajes que conquisten las miradas perdidas de quiénes caminan mecánicamente y han perdido la capacidad de asombro.
En cada uno de sus lienzos, Paola refleja el interés por las personas que comparten su camino, por sus estilos de vida y por la naturaleza mientras nos enfrenta de manera evidente con nuestras similitudes con el mundo natural, al cual pertenecemos, pero el ritmo de vida cosmopolita nos ha obligado a evadir, sustituyéndolo por monumentales arquitecturas funcionales que nos alejan de nuestras pasiones más instintivas, de nuestra intimidad terrenal.
A través de la producción de esta artista el espectador se reencuentra consigo mismo y con su existencia. Nos transmite la inspiración para encontrar la belleza en las flores, y valorar lo afortunados que somos al poder dedicar cinco minutos de nuestra rutina diaria para detenernos a observarlas mientras luchan por sobrevivir y no ser devoradas por el pesado pavimento.
Paola Beck invita al transeúnte a despertar el instinto de naturaleza que forma parte de nosotros, como un aspecto que hay que exteriorizar, y ella lo hace imitando las formas de la flora y fauna con pinceles y latas de aerosol. Poco a poco los fragmentos de naturaleza regados por sus pinturas invaden la ciudad para advertirnos que le pertenecemos, que somos parte de un todo más grande, incontrolable y que es un engaño pensar que la tecnología y la ciencia son los refugios de las respuestas a las preguntas que durante muchos años han cuestionado el sentido de nuestra existencia.
Los mensajes de equilibrio y amor por la vida que plasma Paola Beck en cada una de sus obras, el interés por promover una mirada ecológica mediante el arte, y la pasión con la que interviene los muros dándoles una nueva esencia son las razones por las cuales su propuesta artística forma parte de la selección de Creativos 2016 de Cultura Colectiva.
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