Nacido en Nopala, en lo que ahora es Hidalgo, fue un comerciante de hilos de maguey, sal y mantas que una vez ocurrió la conquista española vio la oportunidad de encontrar un beneficio al aliarse con las fuerzas invasoras y su posterior régimen sobre los pueblos prehispánicos.
Conín, habría de tomar su nombre cristiano inspirado en Hernán Perez Bocanegra y don Andrés de Tapia, siendo el segundo su padrino de bautizo. Bajo su nueva identidad, Conín rápidamente ascendería en cuanto a poder económico y de influencias, ayudando al asentamiento de la actual ciudad de Santiago de Querétaro.
Escultura de Conín en la carretera hacia Querétaro. / Foto: Wikipedia Commons.
La colaboración de Conín en el asentamiento de nuevas comunidades y la dispersión del régimen español en el resto del territorio indígena ayudó a que él fuera recompensado con terrenos y vasallos, convirtiéndolo tanto en cacique como en gobernador de la región. Pero por sobre todo ello, Conín, oficialmente comenzó a ser llamado don Fernando de Tapia, en una época en la que “don” era usado para designar a aquellos que eran parte de la nobleza novohispana.
Aunque esta descripción puede mostrarlo como un hombre que sólo vio por sí mismo, la tarea de Conín fue buscar el beneficio de los indígenas. De tal forma se convirtió en un mediador; era consciente que frente a los españoles, se encontraban en desventaja y eran proclives a perder su vida de forma sangrienta a manos de los invasores. Esa conciencia lo llevó a pactar alianzas y hacerse de su cacicazgo.
Foto: Wikimedia Commons.
Entre algunas de las acciones que colaboraron al bienestar indígena fueron que:
«repartió tierras, construyó canales de riego, fomentó el cultivo de trigo, fundó granjas, construyó caminos, edificios religiosos, educativos y culturales […] realizó la traza urbana de Querétaro, dándole un toque de arquitectura colonial; con lo cual, convirtió a Querétaro en un centro de desarrollo político y económico». Fuente.
Foto: mexicodescoocidoAdemás, en su papel de mediador existen registros que en el pueblo de Tlachco, en Santiago de Querétaro, organizó una pelea sin armas entre indígenas y españoles, provocando de tal forma una suerte de catarsis para parar el odio y el rencor entre unos y otros. Contribuyendo de alguna forma que durante su gobierno indígenas y colonos pudieran trabajar de la mano.
Entre su desempeño como gobernante y cacique también juntaría una gran fortuna, misma que tras su muerte en 1571 su hijo, Diego de Tapia, aprovecharía. Diego también sería nombrado cacique y formó parte de la estructura del gobierno español en la Nueva España.