La radio terminó de reproducir una canción y enseguida una transmisión urgente comenzó. Una voz potente habló de una serie de eventos que nunca habían sonado en la emisora. Varios meteoritos habían chocado contra la tierra pero el impacto no fue lo que ocasionó la propagación del pánico en todo Estados Unidos, sino que de esas piedras espaciales salieron naves marcianas que fulminaron al ejercito gracias a rayos de calor y gases venenosos. El fin del mundo llegó el 30 de octubre de 1938 y Orson Welles fue la voz que nos dijo que todo estaba perdido:
“Señoras y señores, esto es lo más terrorífico que nunca he presenciado… ¡Espera un minuto! Alguien está avanzando desde el fondo del hoyo. Alguien…o algo. Puedo ver escudriñando desde ese hoyo negro dos discos luminosos… ¿Son ojos? Puede que sean una cara. Puede que sea…”
La transmisión de Orson Welles en realidad fue una adaptación del libro “La guerra de los mundos” de H.G. Wells. A pesar de que durante el evento aclaró dos veces que era una ficción y nadie debía temer, muchos incautos salieron a la calle y comenzaron a armarse por miedo a los marcianos. El miedo se esparció y días después Welles tuvo que disculparse en un comunicado oficial.
Fue hasta 1999 que un evento similar sucedió. En los bosques de Maryland se encontraron cintas de video pertenecientes a unos estudiantes de cine que desaparecieron cinco años atrás. “El proyecto de la bruja de Blair” es como se tituló al documental creado a partir de lo que los alumnos filmaron antes de su muerte y el misterio de lo que había pasado se convirtió en un fenómeno mundial. Claro, era otra farsa como la de Welles, pero miles de personas acudieron a ver la película que llegó a ganar más de 240 millones de dólares en taquilla.
Daniel Myrick y Eduardo Sánchez son los genios detrás de la cinta de terror que muchos amaron y otros odiaron. Entre pláticas, los directores de la cinta comenzaron a hablar de terror y de lo espantoso que sería encontrarse con una cabaña en medio del bosque en la que algo terrible sucedió, ésa fue la chispa que comenzó con la el proyecto. Usaron el folclor estadounidense, leyendas de la Guerra Civil y también se inspiraron en el triángulo de las bermudas, por lo menos en la idea de que en cierto espacio, la gente desaparece sin dejar rastro.
La bruja de Blair nunca existió. El impacto de su historia se debió a que fue armada con todos los elementos de distintas leyendas, aunque la que más perduró entre los fans de la película es la de Elly Kedward. Según el mito esa mujer era una inmigrante irlandesa que fue acusada de brujería después de que le sacara sangre a unos niños tras invitarlos a su casa. El pueblo la juzgó, la subió atada a una carroza y dejó que el caballo caminara sin dirección alguna. A un año de exiliar a Kedward, muchos niños de la población de Blair comenzaron a desaparecer y por esa razón todos decidieron abandonar el pueblo.
Tal vez la leyenda fue parte del fanatismo de la cinta y sobre todo el silencio acerca de los hechos. Lo que causó el furor fueron los pedazos de información que se conocieron por otros medios; una página de Internet con la leyenda completa, un corto documental con una mala producción y de bajo presupuesto hicieron que la gente supiera más acerca de un mito inexistente.
La película intentó ser lo más real posible. Los actores amateur se lucieron y soportaron las grabaciones en el bosque, actuaron ante una bruja inexistente e incluso apoyaron a la producción durante los meses que la cinta estuvo en edición. Al finalizar todo el trabajo, la película obtuvo distribución y ahí la campaña de mercadotecnia revolucionó al cine.
Alejaron a los actores de los reflectores, fingieron que la película era real. Comenzaron a circular panfletos de “Se busca” con el nombre de los actores (tuvieron sus nombres reales en la cinta), incluso sus padres recibieron llamadas de consuelo de gente que cayó en la trampa y hubo quienes se molestaron porque la industria exhibía una cinta en la que jóvenes desaparecían para siempre, incluso en la página IMDB se les dio por muertos.
Cualquiera que vea “La bruja de Blair” ahora puede sentir pena por lo que consideró ser verdad hace tantos años. La cámara inestable, la narrativa plana, la falta de suspenso real y más cosas hacen de la película en sí una mala broma cinematográfica. Fue el uso de publicidad y mercadotecnia lo que hizo de este proyecto independiente una de las cintas más taquilleras de la historia. Claro, nadie le quita el crédito a los directores, ellos reinventaron el género, pero necesitaron de una maquinaria alejada del arte del cine para lograr el cometido.
“Actividad paranormal”, “Experimento en Chérnobil” e incluso la fantasiosa “Cloverfield” no podrían haber existido sin la bruja de Blair. Su legado es mayor a la calidad del filme. Se trata de la invención de un mito al servicio de la industria. Han pasado 18 años y la mitad de la gente que conoce la película cree que el mito de Blair es cierto. El tiempo pasa y la historia se transforma. Como un libro Orwelliano, la mentira y ficción se convierten en realidad y en décadas estaremos hablando de la bruja de Blair como si fuera una historia cierta, incluso puede que se crea que los jóvenes realmente desaparecieron.
**
Fuente:
El mundo, Broadly, Thrillist