¿Qué pasa cuando una población de más de 16 mil personas queda reducida a nada? Queda una ciudad fantasma, en dónde los únicos sobrevivientes son automóviles que antes solían reemplazar las pierdas de los humanos. Máquinas expendedoras que solían alimentar a quienes habitaban ese lugar y partes de edificios sin gente que viva dentro de ellos.
No, no es el inicio de un cuento futurista ni el primer diálogo de una película de ciencia ficción. Tampoco es una narración sobre del trágico pasado de Japón derivado de la Segunda Guerra Mundial, ni es lo que sucedió hace algunas décadas en Chernobyl.
Es lo que le sucedió a Tomioka, –antes– ciudad de Fukushima, Japón en marzo de 2011, cuando un terremoto y un tsunami azotó la isla. El fenómeno ha sido el segundo peor de la historia, después del incidente en Chernobyl.
Esa población se encuentra dentro del radio de 20 kilómetros de la zona de exclusión que se inauguró tras el desastre. Ahí la única vida que hay son hierbas y unos cuantos animales e insectos que sólo han vivido dentro de la zona de exclusión.
Algunas personas se han aventurado a volver a su antiguo hogar para recuperar pertenencias, pero eso no le quita a la zona su carácter restringido. La gente abandonó ahí su vida y también a sus animales, quienes mueren de hambre por falta de alimento y de cuidado; pero nadie está dispuesto a salvarlos arriesgando su vida, excepto Naoto Matsumura.
El señor de 55 años, cuida de los sobrevivientes de cuatro patas de toda la ciudad de Fukushima, está consciente del riesgo que vivir ahí conlleva y de los alimentos que debe de comer para intentar efectos catastróficos; sin embargo, él no piensa abandonar a los seres vivos que aún habitan la zona. Sí, aun después de cuatro años.
Aquí algunas fotografías de Matsumura con los animales que fueron abandonados.
***
Fuente:
bbc.com
europress.es